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Para entender el valor de las Prácticas Narrativas en la educación, pienso que las Prácticas Narrativas son la ventana para encontrar diferentes mundos e historias que habitan en mí. Pero también con les otres. Y es que, practicar con nuestras historias es una hermosa oportunidad para atestiguar y vincularnos con los relatos de quienes nos rodean.
Así, experimento con las Prácticas Narrativas espacios de libertad colectiva, donde cada quién decide qué y cómo compartirse con el grupo. Al tiempo que tocamos los temas que nos importan. La libertad es un medio, pero también es un fin, que permite recontar historias desde la esperanza, para habitar nuevos lugares preferidos.
Además, descubro en las Prácticas Narrativas que la identidad personal se construye desde diversas historias, porque una sola historia no me define. Una sola historia es insuficiente para narrarme. Cada que narro una historia preferida me doy cuenta de que soy la experta de mi vida, y que los problemas son solamente problemas: no me definen, y tampoco definen a las personas con quienes los vivo. Las Prácticas Narrativas me permiten ver que los problemas son historias dominantes que opacan nuestras estrellas interiores.
Las historias preferidas
Mediante conversaciones honestas y cercanas conectamos emociones, pensamientos y sueños que cultivan significados individuales y colectivos de vida. Las Prácticas Narrativas ofrecen espacios donde caben múltiples verdades dignas, incuestionables y legítimas. Las verdades se muestran por medio de metáforas. Significados que se mezclan y se mueven constantemente.
En consecuencia, las historias preferidas vinculan a las personas con su territorio material e inmaterial, permiten escucharlo, mirarlo, observarlo e implicarnos en él. Valorar los cambios en el tiempo y situarnos en el cultivo de la vida, alejándonos de las formas de producción sin ética del cuidado.
Por esta razón, al escuchar-nos y narrar-nos con todo nuestro ser, nos involucramos con quienes nos acompañan de manera física, pero también con quienes nos relacionamos en la vida. De esta manera, los lazos de unión y el conocimiento crecen de manera rizomática, sin inicio o fin, sin estructuras jerárquicas: más bien, en direcciones inesperadas, llegando a lo inimaginable: “Un rizoma puede romperse o cortarse en cualquier lugar, siempre proseguirá en líneas de relación a otras” (Deleuze y Guattari, 1976).
Las Prácticas Narrativas en Contextos Educativos
Las Prácticas Narrativas contribuyen en el fortalecimientos y creación de vínculos poderosos, profundos y honestos entre las personas y el territorio.
Cuando llevamos Prácticas Narrativas a los contextos educativos nos permitimos tocar múltiples dimensiones, aceptar lo caótico, lo multiforme y lo colectivo. El retorno a las historias preferidas brindan herramientas, resistencias y valores, para después visibilizar historias diferentes que permiten la transformación. Narrar desde diferentes historias facilita una relación diferente con los problemas, recupera el poder que tiene cada persona en su interior y lo invita a vivir otras historias preferidas.
Por tal motivo, asumo las Prácticas Narrativas como una postura ética y metodología educativa que me permite la co-creación e investigación desde la dignidad y lo único de las personas. Experimento cómo se pueden tejer las propuestas educativas con las diversas voces: docentes, directivos, estudiantes, padres de familia, entre otros.
Las narrativas en nuestros contextos: el problema es el problema
Desde otra perspectiva, como estrategia didáctica, las Prácticas Narrativas permiten nombrar los problemas que vivimos a diario como la pandemia, la guerra, la pobreza, la crisis ambiental, la migración, la inequidad, pero invitan a la transformación social dignificante y contextual hacia territorios de paz, justicia y prosperidad.
Las Prácticas Narrativas en estos tiempos de pandemia son una opción para asumir la dignidad como una costumbre en la construcción de historias preferidas hacia la prosperidad de nuestro planeta.
“Recostados boca arriba, miramos el cielo de la noche.
Es aquí donde comenzaron las historias, bajo la protección de multitud de estrellas que nos escamotean certezas que a veces regresan como fe.
Aquellos que primero inventaron y después nombraron las constelaciones eran narradores.
Trazar una línea imaginaria entre racimos de estrellas les otorgó imagen e identidad.
Las estrellas tejidas en esa línea fueron como los sucesos tejidos en una narración.
Imaginar las constelaciones no cambió las estrellas, por supuesto, ni el vacío negro que las circunda.
Lo que cambió fue la forma en que la gente leyó el cielo nocturno”
Gerardo Luna
¿Quieres saber más? Conoce más sobre nuestra Especialidad en Prácticas Narrativas en Contextos Educativos inscribiéndote a nuestra masterclass el próximo 3 de septiembre a las 8:00 de la noche.
Por: Ángeles López