
Dependencia de maíz importado en México
septiembre 3, 2025El concepto de habitar ha sido estudiado en diversas disciplinas, no sólo en la arquitectura y por ello puede abordarse desde distintas dimensiones: la espacial, la sensorial, la emocional, la social, la cultural, la espiritual, la ambiental.

Solís, M. (2015)
Para este primer artículo, me interesa iniciar con su dimensión más básica, la espacial, con la finalidad de reflexionar acerca de la trascendencia que puede tener el diseño bioclimático teniendo como base la propia existencia humana.
Estas reflexiones surgen al concluir el primer trimestre de la Especialidad en Arquitectura Bioclimática de la UMA, en donde nos enfocamos en conocer los factores que intervienen en el confort del ser humano, la importancia del entendimiento del entorno natural, de sus variables climatológicas y de las condicionantes propias del individuo que influyen en él.
Entendiendo el habitar
De ser posible, procura despejar tu mente, busca un sitio agradable preferentemente con vista al exterior, levanta tu cabeza, mira hacia el cielo por un par de segundos y plantéate la siguiente pregunta: ¿Qué es el habitar?
Seguramente en la respuesta se esbozan conceptos como vivir, residir, asentarse, o quizás algunos relacionados a la propiedad y a la colectividad. Con el objetivo de plantear una definición propia del concepto de habitar, más que una revisión etimológica, me parece interesante realizar el ejercicio que solemos hacer cuando desconocemos el significado de una palabra.
En la edición 23ª del Diccionario de la lengua española (2014), habitar es un verbo transitivo que proviene del latín habitāre que significa “Vivir, morar”; morar a su vez se define como “Habitar o residir habitualmente en un lugar”, con esta última podríamos identificar tres palabras clave: existir – tiempo – espacio.
El significado de vivir, se entiende como “acomodarse a las circunstancias y aprovecharlas para lograr sus propias conveniencias” (Real Academia Española, 2014, definición 8). La definición de existir, es “tener vida, estar…” (definición 2 y 3). Podemos decir entonces que existimos cuando estamos vivos y, vivimos cuando estamos presentes. Uno de los sinónimos de existir, es subsistir, que bajo este mismo esquema, significa “Mantener con vida, seguir viviendo” (definición 2).
En mi hipótesis inicial, con este enfoque espacial, habitar es una acción, una necesidad que consiste en ocupar con nuestro cuerpo un espacio específico que brinde las condiciones para mantenernos con vida. Desde este enfoque, resulta interesante pensar cómo sería existir sin habitar.

El habitar en su dimensión espacial – Elaboración propia
Habitar para sobrevivir
Haciendo un breve traslado a la época prehispánica, al ser nómada, el ser humano aprendió a sobrevivir en refugios naturales de manera temporal. Por ejemplo, las cavernas brindaron protección del clima y de otros animales, resguardo y almacén de utensilios, herramientas y alimento, un sitio en donde descansar.
Desplazados por las condiciones climáticas, la escasez de alimento y el crecimiento de los grupos, la necesidad de permanecer en un sitio por más tiempo, nos llevó a establecernos en un entorno que ofreciera las mejores condiciones, convirtiéndonos en sedentarios.
Nuestra conciencia e instinto de supervivencia, nos llevaron a observar, aprender y crear con nuestras propias manos lo necesario para sobrevivir… a construir, a cultivar. Todo a partir de nuestro entorno y proveniente de él, de la naturaleza de la Tierra. Además, aprendimos que los recursos son finitos, que el coexistir con otros y con el entorno es lo que nos permitiría seguir con vida.
Habitar a escala
Ahora, me gustaría auxiliarme del cortometraje Powers of Ten de Charles y Ray Eames de 1977 para ilustrar la siguiente reflexión:

https://www.youtube.com/watch?v=0fKBhvDjuy0
Partiendo de la escena de un picnic en un parque de Chicago, se muestra cómo al aumentar la distancia de la cámara en potencias de 10 cada 10 segundos, el cuadro se va ampliando hasta llegar a la imagen del universo observable en donde sólo hay polvo y vacío. Después, nos llevan de regreso al picnic y a partir del encuadre de la mano del hombre acostado en el parque, se va reduciendo la distancia bajo la misma métrica, hasta llevarnos a la estructura del átomo.
Los Eames nos muestran la dimensión de nuestro existir en el universo en cuanto a superficie, pero al trasladarse en altura, nos llevan a repensar la significancia del lugar que ocupamos en él. Como humanos, nuestro cuerpo es diminuto, y a su vez, nuestro cuerpo es también un universo.
¿Qué pasaría si desde el primer encuadre intentamos identificar las cosas que lo componen? ¿Y si analizamos sus particularidades y la relación de unas cosas con otras? ¿Cómo te imaginas que se relacionan en el siguiente encuadre aumentado o reducido?
Rumbo a la arquitectura bioclimática
Nuestra profesión como arquitectos nos lleva a trabajar a distintas escalas, tanto en el análisis, en la planeación y hasta en la representación. Lo edificado como producto de nuestra labor, existirá en la escala 1 a 1, pisos, muros y techos afectados por las condiciones de su entorno y afectando a ese mismo entorno desde su concepción hasta su fin de vida útil.
Debemos repensar cómo a través del diseño, lo construido funciona hacia el interior para quienes lo habitan en las condiciones específicas del sitio. Hay que ampliar y reducir la escala del emplazamiento entendiendo cómo cada decisión de diseño en espacio y tiempo aporta para mantener la vida.
Aunque actualmente contamos con herramientas tecnológicas que nos permiten visualizar posibles escenarios y analizar su comportamiento, el conocimiento ancestral con un entendimiento profundo puede trascender como la base del entendimiento de nuestro entorno, como bien se menciona en el artículo de “Diseño bioclimático: transitar del sentido común a la ciencia” en https://umamexico.com/diseno-bioclimatico-mas-alla-de-la-arquitectura-del-sentido-comun/.
Aunque seguramente encontraremos otras formas de habitar, tenemos que cohabitar en la Tierra y a pesar de las variables que puedan intervenir en cada proyecto, ¿la base no debería de ser la relación de nuestra propia existencia con el entorno que habitamos? ¿no es la relación con nuestro planeta? ¿no sería entonces la arquitectura bioclimática la base del diseño para el habitar?
Bibliografía:
Real Academia Española. (2014). Habitar. En Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.8 en línea]. Recuperado en 14 de julio de 2025, de https://dle.rae.es/habitar?m=form
Real Academia Española. (2014). Morar. En Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.8 en línea]. Recuperado en 14 de julio de 2025, de https://dle.rae.es/morar?m=form
Real Academia Española. (2014). Vivir. En Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.8 en línea]. Recuperado en 14 de julio de 2025, de https://dle.rae.es/vivir?m=form
Real Academia Española. (2014). Existir. En Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.8 en línea]. Recuperado en 14 de julio de 2025, de https://dle.rae.es/existir?m=form
Real Academia Española. (2014). Subsistir. En Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.8 en línea]. Recuperado en 14 de julio de 2025, de https://dle.rae.es/subsistir
Eames Office. (26 de agosto de 2010). Powers of Ten™(1977) [Archivo de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=0fKBhvDjuy0
Escrito por Sofía Caballero (estudiante de la Especialidad en Arquitectura Bioclimática)
Las opiniones incluidas en este artículo son responsabilidad de quien las escribe, y no reflejan la postura, visión o posición de la Universidad del Medio Ambiente.