La incongruencia legislativa en la normatividad ambiental mexicana
mayo 9, 2023Acatitlán ¿Un Pueblo Sostenible?
mayo 9, 2023Por Patricia Cuevas, estudiante de la Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad.
Como nueva integrante de la comunidad de aprendizaje UMA, en la maestría de Innovación Educativa para la Sostenibilidad, estoy feliz y sorprendida por la potencia y energía que se genera cuando nos encontramos en el Campus de la UMA en Acatitlán.
Cada cinco semanas, decenas de personas apasionadas por construir nuevas realidades y formas de vivir nos reunimos para comenzar nuevos períodos y vernos de manera presencial para aprender juntos.
Cada vez que esto sucede, me queda una sensación de conexión conmigo misma y con los otros muy profunda. Creo que se debe a algo que menciona nuestro profesor Benjamín Berlanga del seminario de Innovación Educativa, en su reflexión sobre el encuentro presencial en la educación: Lo más importante es el vínculo pedagógico.
Un vínculo pedagógico puede suceder no sólo entre un profesor y un estudiante. Sucede entre cualquier persona que quiere aprender algo y otra que ofrece algo.
Esto es muy importante pues, las dinámicas tradicionales del salón de clases tienen roles muy definidos de quien enseña y quien aprende.
Estas dinámicas provocan que se atribuya el conocimiento a unos cuantos y descarta la posibilidad de que todas y todos tenemos saberes previos que son de gran valía.
Por esto, innovar en la educación puede comenzar con cuestionar estos roles dentro del vínculo pedagógico y repensarlos. Si re imaginamos la educación como un encuentro y un vínculo pedagógico, más que como un programa, una materia o una sesión, entonces podemos generar espacios de aprendizaje comenzando con una conversación entre dos o más personas que están dispuestas a ello.
¿Cómo es posible tener este tipo de conversaciones que crean vínculos y donde el aprendizaje es posible?
Hoy puedo tener una primera respuesta, con tres aprendizajes clave que me ha dejado mi primer semestre en la UMA.
Hablar desde la experiencia en primera persona de lo que te pasa en la vida. Esto es diferente a hablar desde lo que sabes o de lo que otros han teorizado. Lo valioso de hablar de la experiencia propia, es que nos permite conectar directamente con nuestras vidas y que el aprendizaje ya tenga donde aplicarse.
Nos permite valorar lo que nos sucede y dar lugar a las experiencias cotidianas como una posible lección a aprender.
Escuchar al otro activamente. Esto significa escuchar más allá de lo que yo busco confirmar del otro. Es escuchar más allá de los datos, hechos o ideas concretas que el otro comparte.
Es escuchar además de con los oídos, con el cuerpo y con el corazón. El Presencing Institute propone estos cuatro niveles de escucha profunda que puedes explorar aquí.
De lo que se trata es de escuchar con atención, intención y posibilidad. En la escucha realmente profunda podemos encontrar cosas en común y además podemos generar algo juntos.
Conversar asumiendo que cada persona es experta en su propia vida. Con esta disposición a conversar dejamos de lado los consejos, opiniones e incluso juicios hacia el otro o hacia lo desconocido.
Conversar así es aprender que las experiencias de cada persona, además de valiosas, convierten a la persona en experta de sí misma.
Así, podemos partir de un lugar común donde se da el aprendizaje genuino desde la confianza y la apertura a la experiencia del otro. Apreciando saberes, historias y particularidades de cada quien.
Así de simple o de complejo es el pensar la innovación en la educación. Una conversación desde la experiencia propia, con escucha activa y asumiendo que todas las experiencias son válidas.
La educación sucede en más lugares de los que pensamos. Para un educador comprender esto es fundamental para diseñar y crear ambientes de aprendizaje ricos en conversación y que pongan al centro el vínculo entre quienes se encuentran allí.
Ahora como estudiante de maestría, esta idea del vínculo y la conversación cobra un sentido nuevo, pues me reta a ser una aprendiz tanto de mis increíbles profesores como de todas las valiosas personas con las que comparto mi tiempo dentro y fuera de las sesiones.
Y esto, en la UMA sucede de manera orgánica, pues quienes nos encontramos estudiando cualquier de sus maestrías, tenemos mucho que contar, pero también mucho que aprender.
Las y los estudiantes de la UMA provienen de lugares tan diversos y con experiencias tan ricas de cómo es posible lograr la regeneración de nuestro planeta, que en cada conversación es posible llevarse algo de inspiración.
Como nueva integrante de la comunidad de aprendizaje UMA, sé que los vínculos son lo que harán que el aprendizaje suceda, se procese y deje huella.
Así que hoy, la mayor innovación que practico en la educación está en mis conversaciones y lo que dejo y me llevo de ellas.