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Imagen 1. Poema: Educación desalmada por Mitzi González
La educación que cuida lo espontáneo
A lo largo de las sesiones que he tenido en este primer año de maestría, tuve la oportunidad de reformular lo que representa la educación para mí. Anteriormente, la tenía catalogada como una cómplice, indefensa e insegura de sí misma que sólo mantenía el status quo.
La educación es el futuro de una sociedad y a lo largo de los años me sentí ligeramente traicionada por la gran promesa educativa y el resultado de lo que viví en el proceso. No me había dado cuenta siquiera de la mala impresión que tenía de la educación, puesto que en mi experiencia la “educación real” había sido la que recibí en una escuela con métodos tradicionales.
Salgo de la universidad y me da más oportunidad de darme cuenta de cosas que según la educación que recibí sería suficiente para prepararme. Solo que me di cuenta que me prepararon para el mundo del trabajo y la eficiencia, pero no del cuidado y la paciencia.
Me enseñaron a ser productiva, pero no a saber qué hacer con mi ocio. Ha estar conectada y pendiente de tareas del trabajo, pero no ha estar conectada con mi entorno, mi comunidad viva o con mis emociones. Es más, me sentía atemorizada del mundo porque no lo entendía, y según había recibido lo que necesitaba desde primaria hasta mi licenciatura. Eso me generó cierto recelo, duda, angustia y enojo hacia la promesa educativa que me había enseñado a encajar y tener miedo de no caber en el sistema.
¿Sería esta la educación que es el futuro? ¿Esta educación es la única respuesta?
En las grietas del sistema, se delatan las oportunidades para transformarlo. Pareciera un error o una imperfección de la gran orquesta. Desentonar, pintar fuera de la línea o enunciar una palabra en medio del silencio son en esencia actos que vienen desde un deseo profundo por transformar.
El documental de la “La Educación Prohibida” propone un espacio de cuestionamiento hacia la educación moderna para invitar a pensar en otro paradigma educativo. Te comparto 3 frases clave que vislumbre en el documental y me hicieron pensar muy diferente de la educación y su potencial.
Aprender es natural: “No puedes no aprender”
Una de las frases mencionadas en el documental de la “La Educación Prohibida”, evidenciando como está en nuestra naturaleza esencial la capacidad de aprender. Una cuestión que no es tan diferente como la necesidad de respirar. Puesto que aprender es el acto de apropiarnos de nuestra interacción con el mundo. Ser sujetos en interacción con lo otro. Esos atributos humanos de: interesarse, curiosear y alojar esperanza son esenciales para sostener nuestra vida en este mundo caótico. Sin embargo, me parece que hasta cierto punto, se ha desnaturalizado el aprendizaje al desprenderse de lo que somos.
Se le ha encadenado en una caja en la que apenas cabe, al punto en que la educación parece mecánica, casi muerta, desalmada. Yo creo que no es más que el reflejo de lo que nos venimos haciendo a nosotros mismos. La educación está viva tanto como nosotros y encontrarle su respiración, sus latidos y su alma es encontrar la nuestra.
El gozo: “Si no se disfruta el aprendizaje no hay auténtico aprendizaje”
Un elemento esencial que rescato de la lectura es la importancia que tiene el gozo en el aprendizaje. El acto de interactuar con el mundo y adquirir conocimiento al apropiarnos de la experiencia requiere de momentos de descubrimiento que estén empapados de emociones poderosas que se vinculen a lo genuino. Disfrutar se vuelve un aspecto crucial, que al fungir como medio logra conectar a la persona con el proceso. El gozo incentiva la curiosidad y la convierte en un deseo propio que empuja al sujeto a querer interactuar. Es decir, que es más propensa una persona a elegir, desde su libertad, aquello que disfruta que aquello que sufre.
Imagen 2. Poema: Educación viva por Mitzi González
Docente: “¿Qué estoy sintiendo yo cuando estoy educando?”
En el documental de la “Educación prohibida” mencionan que: “un maestro para ser maestro tiene que estar en continuo proceso de autodesarrollo”. El docente suele ser un personaje que así como la educación del sistema actual trata a los alumnos como productos en una manufactura, los docentes igualmente son tratados como operadores de una parte del proceso que están desconectados del estudiante.
“Si no eres feliz mientras educas no estás educando” (Educación prohibida).
Cuando hablamos de gozo y disfrutar, no sólo es para el alumno, sino para todos los involucrados. Usualmente se hace una dicotomía entre maestro y alumno, el que enseña y el que aprende, el que habla y el que escucha. Borrar esas líneas y dar la libertad de que los involucrados puedan quizás elegir un rol o navegar entre ellos, puede ser un abordaje que habilite a que toda la comunidad sea capaz de generar y compartir conocimiento.
Permitirnos ser posibilidad
En conclusión, rescato que la educación “tradicional” tiene la intención de mantener el control. Quizás con finalidad de propósitos nobles como el bien para la gran mayoría. Sin embargo, sean cuales sean las intenciones, se ha hecho a costa de lo que nos hace humanos y vivos. La educación tradicional es tal cual parte del proceso de crecimiento que hemos tenido como humanidad. Ha tenido su rol esencial y supongo que es momento de considerar otras opciones.
Por eso veo en la educación la posibilidad de ser un acto de amor, que acoge la práctica de la libertad, es compasiva y atenta a las necesidades que tiene un ser humano. Para poder ser atenta al otro, se necesita de sensibilidad y una capacidad en continuo autodesarrollo de amor propio. La educación al final, somos nosotros mismos, pues en cada interacción que tenemos estamos convocados a vivir el acto educativo.
Por ende, esta experiencia en la UMA me invita a aprender lo importante que es la educación como una entidad viva. Porque, ¿cómo una educación controladora, tan mecánico, asustada e indiferente puede habilitar el desarrollo de la potencialidad de lo que está vivo, dinámico, en movimiento y sensible (humano)?
Educar requiere la valentía de permitirse ser humano y por lo tanto ser posibilidad.
Escrito por Mitzi González, estudiante de la Maestría en Proyectos Socioambientales por la Universidad del Medio Ambiente, ubicada en Acatitlán, Valle de Bravo, México