La reconstrucción del hábitat también es reconstruir sociedad y cultura.
abril 3, 2018Las pedagogías libres no directivas
mayo 3, 2018Son las 8 de la mañana de un sábado, Juan se pone su jersey y su short, verifica que su mochila esté preparada con una cámara extra, la cámara para inflar, el multiherramienta, el kit para parchar y su bolsa llena de agua. Desayuna algo ligero, sale de casa para hacer una primera parada con la comisariada ejidal, quien le dará las llaves del auditorio para sacar su bicicleta. En unos minutos, Juan se encontrará con un grupo de ciclistas a los que guiará por las veredas del Ejido de San Lucas. Como Juan, hay otros 6 jóvenes de la comunidad de San Lucas, Amanalco que han encontrado en el ciclismo de montaña una vía, no sólo de entretenimiento, sino también de ingreso adicional.
El ejido de San Lucas forma parte del municipio de Amanalco en el Estado de México y se encuentra dentro de la cuenca Valle de Bravo – Amanalco que en el 2005 fue declarada Área de Protección de Recursos Naturales “Cuencas de los Ríos Valle de Bravo, Malacatepec, Tilostóc y Temascaltepec”. Esta cuenca tiene una extensión de 77 mil hectáreas, en ella todos los ríos, arroyos y escurrimientos finalizan su recorrido en la presa Valle de Bravo. La presa pertenece a la gran obra de infraestructura hidráulica del Sistema Cutzamala, el más importante del centro del país ya que abastece el 40% del agua potable a la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) y Toluca (ZMVT). El agua de la presa de Valle de Bravo juega un papel fundamental en este sistema, pues aporta el 38% del caudal al Cutzamala, esto significa que, 1 de cada 10 litros que se consumen en las Zonas Metropolitanas proviene directamente de la presa Valle de Bravo.
Evidentemente, el elemento fundamental de la cuenca es el agua. Pero, ¿en dónde se genera esa agua? La respuesta está en los bosques. Los bosques son las fábricas de agua, los árboles en ellos ayudan a reducir la velocidad del agua cuando llueve, reteniendo parte de ésta y permitiendo su infiltración a los mantos acuíferos. Cuando el suelo se satura de agua, ésta escurre hasta los cuerpos de agua superficiales alimentando a los múltiples ríos, arroyos y manantiales que abastecen a miles de habitantes de comunidades rurales en toda la cuenca.
Mantener en equilibrio las funciones, procesos y dinámicas de una cuenca no es tarea fácil, pues es un gran socio-ecosistema en el que todos los elementos en ella están interconectados. Los seres humanos formamos parte de este sistema, y si aprovechamos los recursos de los bosques sin entender su funcionamiento podemos alterar gravemente sus procesos ecológicos. Existen muchas maneras creativas, integrales y sostenibles que se pueden hacer para coexistir con los espacios naturales. Para los miembros del ejido de San Lucas, una de estas alternativas fue el sector turístico a través de la implementación de un circuito de veredas de ciclismo de montaña.
Para engranar la primera etapa de este proyecto se realizaron colaboraciones con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, la asociación civil Fondo Procuenca, la Universidad Autónoma del Estado de México y un guía local de ciclismo de montaña. El proyecto involucró, no sólo la rehabilitación de las veredas y su señalización, sino también el desarrollo de capacidades de la comunidad en el trazo y mantenimiento de las veredas y el manejo administrativo del sitio, así como la capacitación de 7 jóvenes como guías de ciclismo.
Los jóvenes guías, otrora dudosos y cautelosos al andar en bicicleta, se les ve con movimientos fluidos y atrevidos rodando con frecuencia por la montaña. Han hecho de esta actividad un momento de disfrute que también les genera un recurso económico adicional. Pero nuestro sueño no se acaba en San Lucas, somos ambiciosos.
Reconocemos un gran potencial de replicar este proyecto en las comunidades aledañas a este sitio para expandir los beneficios de estas actividades. Esto permitiría que las veredas se mantuvieran con acceso libre, evitando el cierre de paso por la propiedad privada y creando una red de responsabilidad entre todos los usuarios para proteger y disfrutar de la montaña y sus bosques.
Por ello, creemos que los proyectos ecoturísticos permiten los espacios necesarios para la conservación del ecosistema de manera armónica y, además, son una opción para generar oportunidades económicas a las comunidades. Un turismo sostenible y responsable puede ser una gran herramienta para reconectar con los espacios naturales, para conectarnos con nosotros mismos, y con aquellos seres (humanos y no humanos) que nos comparten un poco de su espacio, de su esencia y sus formas de vida.
Andar en bicicleta en las veredas de San Lucas expande la mente y el corazón, alimenta de energía no sólo a tu cuerpo sino también a tu espíritu. Te absorbe en su aire místico con olor a tierra y pino, y te invita a que te dejes fluir con el trinar de las múltiples aves que ahí habitan, disfrutando de este bello ecosistema. Además, apoyas activamente a su conservación y al crecimiento consciente de las comunidades que protegen estos sitios llenos de vida.
Construyamos juntos una realidad en donde sostener la vida en todas sus formas sea prioridad.
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