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Por René Chargoy Guajardo
Ecología profunda es un término acuñado en los años setentas por el filósofo y activista de origen noruego, Arne Naess, quien así denominó al enfoque que enfatiza la necesidad de trascender las respuestas superficiales hacia los problemas ecológicos y sociales que enfrentamos. Se trata, en cierto modo de una visión espiritual sobre la naturaleza, lo que conlleva una apertura más sensitiva hacia nosotros mismos y hacia la vida en todo el planeta.
Este enfoque holístico une pensamiento, sentimiento, espiritualidad y acción. Se aboca a trascender el individualismo y busca que los seres humanos nos percibamos nítidamente como parte de la Tierra, de tal manera que logremos una conexión más auténtica con la vida. Esta misma preocupación e interés es manifestado por el dr. Adrián Villaseñor, quien en fechas recientes impartió un taller de ecología profunda en las instalaciones de la Universidad del Medio Ambiente, ubicada en San Mateo Acatitlán, Valle de Bravo, Estado de México.
Villaseñor Galarza, nos comenta en breve entrevista para SIPART que la ecología profunda “es una propuesta para abordar problemáticas ambientales de manera radical, es decir, de raíz, cuestionando las pautas culturales, y que a su vez propone soluciones de largo alcance…Es una perspectiva ecocéntrica. Sus propuestas son también a nivel espacial, no sólo temporal. Se pugna por el bienestar de las demás especies con las que compartimos el planeta y no de manera exclusiva de la nuestra. De ahí que se considere una filosofía de vida que reconoce el valor intrínseco de todo ser, y que específicamente se distingue por promover la reconexión con la naturaleza”.
Añade que la ecología profunda es un ejercicio clave para el autoconocimiento de nuestros parajes y ecosistemas internos. Ésta pone en entredicho nuestros hábitos de consumo y creencias, cuestiona con argumentos sólidos el funcionamiento de las sociedades en que habitamos, y plantea desafíos con el propósito de ser autocrítico, “no en el sentido de emitir un juicio o crear un sentido de culpa, sino de tomar acciones y decisiones más informadas”.
“Uno de sus regalos básicos es que conecta lo personal con lo ecológico ambiental. Una de sus virtudes es que es una herramienta útil, un aliado en la aventura del crecimiento personal, tanto como en cuestiones de regeneración ecológica” –apunta Villaseñor, quien además es instructor de Prajna Yoga y facilitador del Trabajo Que Reconecta–. Y en seguida refiere que “cuando la gente se abre a este tipo de propuestas ocurre la recuperación de un sentido común, se llena de esperanza, tiene una visión más clara respecto a los desafíos ambientales a los que nos enfrentamos, se adentra a encontrar soluciones de una manera más inteligente y con los recursos necesarios para no regresar a nuestros hábitos más automatizados. En suma, hay una inspiración para la acción, aunque también se presentan bastantes cuestionamientos, y esto es así porque la propuesta no es perfecta. De esta manera vamos creciendo todos juntos”.
El doctor en Ecología, Psicología y Conciencia por Instituto de Estudios Integrales de California, Estados Unidos, repara que en nuestro sistema educativo la ecología profunda puede aportar a través de prácticas sencillas una reconexión de los estudiantes y docentes con la naturaleza. “Sería una estrategia básica para fomentar el auto discernimiento de ser más responsables como consumidores y como habitantes de cada bio-región”.
A Villaseñor le gusta la vida, y más la vida no humana. Al ingresar a la licenciatura en Biología en la Universidad de Guadalajara lo prepararon e instruyeron, según él mismo lo relata, desde un modelo mecánico, lineal, reduccionista y positivista de lo que era estudiar la vida, por lo que percibió en esto más fragmentación que integración. Una vez que cayó en cuenta de tal situación, reformuló sus intereses y en esa búsqueda dio con un libro: La Trama de la Vida, de Fritjof Capra. Dicha obra le ayudó a dar voz a lo que estaba sintiendo y viviendo. A través de ese cambio dio cabida a lo que intuía a lo largo de su vida: de que somos parte intrínseca de la trama de vida planetaria. A partir de entonces ha madurado su proyecto llamado bioalquimia, al que el lector se puede acercar desde http://bioalkimia.org.
Previo a concluir la entrevista le inquirimos al dr. Adrián Villaseñor, oriundo de Guadalajara, Jalisco y residente en California, que opinara sobre la atención que los medios de comunicación le otorgan a los temas ambientales. Su respuesta es contundente: “Debe darse extrema importancia a las cuestiones ecológicas. Es el número uno entre todos los demás temas porque todos tenemos en común a la Tierra, de la que depende muchísimo nuestro bienestar y florecimiento, tanto personal como colectivo. Conviene traer a la superficie y dar mayor relevancia a las temáticas ambientales que comúnmente se consideran como algo terciario y secundario, en el mejor de los casos, porque se le confiere más importancia al progreso social y económico, el cual desde la perspectiva de la ecología profunda depende en su totalidad de las expresiones de salud y bienestar de los ecosistemas que nos rodean”.
Queda la sensación, después de haber conversado con Villaseñor, y en especial al asistir durante tres días a su taller de ecología profunda, que sentirnos a nosotros mismos como parte de la Tierra viva es una experiencia posible para todos, y que cada quien puede hacer algo por el bien del planeta, aun cuando son avallasadoras las malas noticias derivadas de las actividades humanas que degradan severamente nuestros ecosistemas. Pese a ello o precisamente por eso mismo, cabe mantener y, en su caso, iniciar una actitud de reverencia y gratitud en nuestro caminar por la Tierra. Tal acción es, en esencia, máxima expresión de la ecología profunda.