Una mirada Regenerativa desde la perspectiva Autista
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Michael Ende, Momo
A lo largo de mi paso por la UMA, he cosechado una serie de saberes, herramientas, sensibilidades y errores excelentes que han transformado enormemente los lentes con los que miro afuera y adentro. En mi cosecha, he notado un concepto en particular que sin mucho afán de protagonismo y como que no queriendo la cosa, ha atravesado como un hilo invisible todos los aprendizajes obtenidos en el camino: El tiempo.
¡Qué raro fenómeno, el tiempo!
Existe, pero no lo vemos ni lo podemos tocar y dicen los científicos que es relativo. Hay quienes dicen también que nuestro cerebro no lo puede percibir como realmente es sino que hemos tenido que inventar una serie de ficciones para nombrarlo y medirlo, y así controlar el quehacer de aquellos que menos tiempo tienen para satisfacer los insaciables deseos de aquellos a quienes les sobra.
Foto tomada por Lilian Galante
El concepto del tiempo, en el trabajo de un agente de cambio socioambiental es fundamental como eje transversal, no por la prisa que tenemos para ver un cambio (que sin duda la tenemos), sino porque está presente de manera silenciosa detrás de todos los modelos mentales que son la causa principal de los problemas que enfrentamos como sociedad. El tiempo es una metáfora de esas que se han instalado fijamente en el imaginario colectivo, como la ciencia y la democracia occidentales. Metáfora que condiciona cada paso que damos y nos tiene a los 8 mil millones de almas que habitamos este planeta en una rueda de la que nos tenemos que bajar si es que hemos de generar un cambio verdadero.
La obsesión del ser humano con adorar a Kronos, dios del tiempo linear y medible en el imaginario de la antigua Grecia, tiene su origen en los sistemas productivos que requieren una regulación cada vez más eficiente de nuestras vidas para sostenerse. Para producir y consumir cada vez más, es necesario que los trenes lleguen a tiempo, los trabajadores pongan alarmas despertadoras y los productos que compramos tengan una vida útil cada vez más corta. Este modelo de vida nos ha traído una serie de problemas complejos que amenazan la vida en el planeta y las relaciones sociales de las que dependemos los seres humanos. El calentamiento global, las guerras imperialistas, la pérdida de biodiversidad y la violencia de género entre muchas otras desgracias humanas tienen sus orígenes en la desigualdad y destrucción que exige el sistema socioeconómico actual en beneficio de unos cuantos.
Foto tomada por Karla Figueroa
Para transformar la realidad y construir una sociedad más equitativa y sustentable es imperativo que cuestionemos la manera en la que el concepto del tiempo condiciona nuestro transitar por este planeta.
En la UMA entendí que para lograrlo tenemos que empezar en el ámbito personal. ¿De qué manera dicta nuestra experiencia de vida el concepto del tiempo? ¿tenemos tiempo para dejarnos atravesar por las experiencias que nos ofrece el simple hecho de existir? ¿para reír con las personas que amamos? ¿para autoobservarnos y conocernos? Esta transformación individual es crucial para poder salir a cuestionar el uso del concepto del tiempo en los sistemas económicos, políticos y sociales que queremos intervenir. ¿Necesitamos realmente producir más y más rápido? ¿Por qué vale más el tiempo de un empresario que el de un agricultor? ¿Por qué nuestra supervivencia depende de una jornada laboral de 40 horas a la semana si bien nos va? Estas preguntas podrían parecer sencillas o incluso ingenuas, pero son cruciales para desmantelar el sistema ideológico que mantiene intactos a los sistemas de opresión y depredación que han generado la crisis socioambiental en la que nos encontramos.
Campus UMA. Reflejo y neblina
Para recuperar nuestra humanidad en tiempos tan oscuros como estos vamos a tener que sacrificar muchas de las metáforas que nos piensan como diría Lizcano. Entre ellas el poderoso yugo del tiempo del reloj que se ha apoderado de nuestras vidas como los hombres grises de momo, robándose nuestro tiempo de vida y haciéndonos partícipes de nuestra propia destrucción.
Para ello Kairós, siempre opacado por Kronos por su naturaleza sensible y paciente, nos invita a pensar el tiempo a través del surgimiento de significado, de la experiencia, del respeto a los procesos internos del ser humano y los procesos cíclicos de la naturaleza.
Escrito por Lilian Galante, estudiante de la Maestría de Innovación Educativa para la Sustentabilidad.
“Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Universidad del Medio Ambiente”