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A Don Pedro
Una travesía en donde se pueden atestiguar las sinergias entre comunidades, investigadores e instrumentos de política pública, buscando conservar uno de los lugares con más biodiversidad en el país.
Créditos: Karina Carsolio y Ricardo Mejía
El primer contacto
Nos recibieron al pie de un camino. El biólogo Fernando Mondragón, quien lleva décadas trabajando en estas tierras, nos habla de la inmensa biodiversidad del lugar, de la presencia de 6 tipos de felinos en la zona. Menciona a los “hombres selva” y “hombres bosque” para introducirnos a Don Pedro, su hijo Bernardo y a los demás miembros del equipo que nos acompañarán.
Aún no entendemos lo que significan sus palabras.
En cuestión de minutos ya estamos en otro contexto, rodeados de una vegetación baja abundante. Seguimos hasta encontrarnos con el bosque de niebla o bosque mesófilo, uno de los ecosistemas más biodiversos en México y en el planeta. Mientras caminamos, el viento susurra y Don Pedro se revela como un “hombre árbol”, es uno más con los árboles y, en conjunto, sostienen el bosque.
Nos ahorraremos el intento de describir el entorno. Sólo decir que, quien decida entrar, tendrá una experiencia… inolvidable.
Pivote de la convicción
Don Pedro repitió varias veces, a lo largo del viaje, como un mantra o una plegaria: que el bosque no es algo que daña, que su valor es inmenso, que hay que aprovecharlo sin dañarlo.
Este tipo de actividades turísticas pueden ser una oportunidad que permita que la comunidad cuente con un ingreso adicional. Incluso, si se consolida, se podría lograr que los jóvenes no migren y ser un ejemplo nacional de turismo sostenible.
El proyecto conjuga dos comunidades. Empezó antes de 2020 pero se congeló por la pandemia. Ahora se retoma, pero no es fácil llegar ahí, saber la existencia de ese paraje y los servicios que brindan ¿Cómo llegamos aquí? ¿Dónde estamos?
Pivote del enlace
El enlace fue AIRELIBRE. Santiago Carsolio, fue quien nos propuso caminar por el “Sendero del Jaguar”
Es una de las empresas que fungen como enlace directo con las comunidades. Sin ellos, sería más complicado, más no imposible, dar con estos lugares, organizar la llegada y la logística.
Los locales, durante el viaje, agradecieron continuamente esta labor, nada sencilla, de difusión y conexión.
Nivel medio de dificultad, aproximadamente 30 kilómetros, en cinco días. En realidad, en el instante en que inicias, ya no importa el tiempo ni la distancia, sólo importa caminar.
La primera comunidad
El cielo se ha despejado, empezamos a concebir dónde estamos.
Santa Cruz Tepetotutla está situada en el Municipio de San Felipe Usila, Oaxaca. Es una comunidad con aproximadamente 465 habitantes. Don Pedro vive aquí.
Ubicación de Santa Cruz, Oaxaca.
Enlaces a saber más de Tepetotutla y su gastronomía, entre otras.
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El pivote del servicio
En las comunidades te eligen y tú respondes. Según tus habilidades se te asignan cargos y no se recibe un pago a cambio.
Pones en pausa tus actividades cotidianas para dedicar tu tiempo a este tipo de dinámicas que mantienen el tejido social, el sentido de pertenencia.
El servicio es mencionado continuamente durante nuestra visita. El comité de turismo nos recibió en ambas comunidades, quienes a su vez gestionan la logística, asignan guías y solicitan la comida.
Probamos caldos que han trascendido generaciones, milpas que hablan de su relación con el bosque, sabores que mantienen la presencia de los árboles. Con la comida extendieron sobre nosotros un manto de cobijo y cuidado, recibimos un abrazo culinario.
Pivote institucional
Pago por servicios ambientales, ordenamiento ecológico voluntario, áreas destinadas voluntariamente a la conservación. Son todos instrumentos de política ambiental que tienen presencia en el lugar.
Oímos de las voces de los locales todos estos términos que representan trabajo, organización y seguimiento. El deseo materializado para aprovechar recursos previstos para planes de política ambiental y usarlos para proteger su territorio, manifestar su presencia y el interés de cuidar su entorno.
Es un andamiaje complejo y delicado. No es fácil enlazar personas, comunidades e instituciones en la búsqueda de la gestión del territorio. Es una realidad que verifica la pertinencia de consolidar los instrumentos destinados al Manejo Integrado del Paisaje, tema que se desarrolló previamente en el siguiente artículo:
El manejo integrado del paisaje
Los caminos
Descendimos por lo que parecía el cauce de un río. Esa profundidad no fue labrada por el agua, sino por los pasos de muchas generaciones. Representa unidad con los demás y con la ciudad. Un surco por donde se han transportado desde mercancías, hasta postes y cables para llevar luz.
Es un sendero profundo, con paredes llenas de musgo y helechos que te envuelven. Los olores que acompañarán los recuerdos de la travesía, impregnan tu mente, mientras desciendes más de 1,200 metros hacia un nuevo clima.
Crédito: Ricardo Mejía
Pivote del trabajo entre comunidades
Llegamos a la colindancia y nos entregaron al comité de turismo de San Antonio del Barrio.
Fuimos parte de una especie de ritual. Se entregó a los caminantes a otra comunidad, que debe seguir con la experiencia: compartir, enseñar, transmitir el mensaje de la importancia de conservar y los beneficios de nuestra presencia.
Es un engranaje clave del proyecto. No solo presenciamos un corredor biológico, también lo es de visitantes, de beneficios, de acuerdos. Lazos que sostienen el propósito de mantener su cultura, su forma de vida en conjunción con el bosque.
En esta comunidad vimos el fluir del agua, de caminantes y tradiciones, como también fluye y se consolida la confianza.
El mensaje final
La última caminata es en un bosque de lluvia. El propósito es visitar un árbol pivotante conocido como “La catedral”.
Nuevas raíces se generan en las ramas y descienden hasta el suelo. Una vez ahí, se fortalecen para generar otro soporte. Observamos impactados mientras Don Pedro invita a que sigamos el ejemplo de lo que observamos: el apoyo entre todo lo que existe, las redes que se generan para conformar comunidad. Algo que para quienes vivimos en contextos urbanos ya no es tan común.
Nos pide que hablemos del proyecto.
Tal vez, quien esté leyendo este mensaje pueda sentir cómo una de esas raíces se le está acercando y, si decide tomarla y visita algún día estos lugares o habla de ellos, sabrá que está contribuyendo a fortalecerlos.
Será partícipe del soporte de este ímpetu de conservar, valorar y compartir un lugar excepcional.
Crédito: Ricardo Mejía
Escrito por Cristina P. Sánchez Juárez H., Directora del área de Derecho Ambiental y Política Pública.
«Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Universidad del Medio Ambiente»