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Escrito por: Ana Rosa Gordillo Terrón, alumna de la Maestría de Proyectos Socioambientales
En México existen 15 centros penitenciarios federales, 251 estatales y 53 centros de internamiento para adolescentes, con una capacidad en total para recibir a 218 474 personas, o al menos eso indican los datos del INEGI.
Actualmente en el sistema penitenciario se encuentran 211 169 personas privadas de su libertad, el 94% son hombres y el 5.6% mujeres y estas cifras no pararán de crecer si no miramos las verdaderas causas que llevan a una persona a delinquir. La mayoría de las personas están en prisión por la comisión de delitos relacionados directa o indirectamente con una situación de pobreza y falta de oportunidades. No es casualidad que solo el 15.7% de los hombres que se encuentran en prisión tengan estudios de preparatoria o que solo el 38.5% de las mujeres hayan concluido la secundaria.
Si realmente queremos resolver los problemas de seguridad que atañen a nuestro país es necesario preguntarnos qué hay detrás de estas personas que cometieron un delito, cuál es su historia de vida y qué pudimos haber hecho como sociedad para evitar que llegaran a dañar a un tercero. Si analizamos el perfil de la gente que está en la cárcel, bien se pudiera concluir que la cárcel y todo el sistema penal está dirigido a unas personas específicas y señaladas previamente.
Hace algunos años tuve la oportunidad de platicar con varios jóvenes que se encontraban en un centro de internamiento para adolescentes. Uno de ellos me comentaba que se hacia cargo de sus 5 hermanos y que si no hubiera sido por el dinero que obtenía de los secuestros, su hermana mayor no hubiera concluido la universidad. Pude notar que la mayoría de ellos provenía de familias desintegradas, con una figura paterna ausente y una madre con un trabajo precario que no le permitía pasar tiempo suficiente con sus hijos ni solventar los gastos de la casa. No se trata de justificar sus actos, sino de entender el estado de pobreza y desigualdad social que le llevó a delinquir.
Me pregunto si realmente encerrar a alguien X número de años es la solución, cuando la persona saldrá con peores condiciones de las que entró y la cárcel es un lugar que perpetua y acrecienta estas desigualdades sociales.
Estas políticas nunca van a funcionar desde un pensamiento lineal, castigar por castigar no va a solucionar el problema. Sin embargo, si analizamos las causas que llevan a una persona a delinquir quizá los casi 38 mil millones de pesos que se destinan anualmente al sistema penitenciario se aprovecharían mejor en educación, trabajo, salud y familia.
En la UMA se fomenta y se enseña a pensar sistémicamente para asegurarnos de que nuestros proyectos puedan tener una visión global y podamos reducir los problemas que nos observamos, por eso decidí estudiar la maestría de proyectos socioambientales en esta universidad.
En la Maestría en proyectos socioambientales puedes elegir los seminarios que quieres tomar para diseñar una Maestría que se ajuste a tus necesidades.
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Escrito por: Ana Rosa Gordillo Terrón, alumna de la Maestría de Proyectos Socioambientales