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abril 27, 2023Estamos acostumbrados a escuchar que México es un lugar de maravillas, pero existe una que tal vez sea significativamente más compleja, bella y relevante que algunas de las otras.
Traten de dimensionar lo que significa contar con una red de ríos subterráneos única en el mundo, con aguas verde-azules cristalinas, a la cual se accede a través de cuevas que vuelven estos espacios aún más enigmáticos. Estos son los Cenotes de la península de Yucatán en México.
Además, estas maravillas pueden considerarse cápsulas del tiempo, ya que se puede encontrar en ellos restos arqueológicos que nos dan información sobre los habitantes de hace miles de años, fauna endémica y, por ende, única en el mundo.
Debido a su fragilidad estos ambientes reflejan también nuestras acciones presentes sobre la falta de cuidado al medio.
Este artículo se deriva del “Seminario para la Conservación y Uso Sostenible de Cenotes”, organizado por la organización Amigos de Sian Kaan.
La misión de esta organización es conservar la integridad y funcionalidad de los ecosistemas de la península de Yucatán, promoviendo el desarrollo socioeconómico de sus comunidades, influyendo en su cultura y políticas ambientales con base en conocimiento científico.
https://www.amigosdesiankaan.org/nosotros/
Hallazgos arqueológicos
Algunos de los más relevantes hallazgos del área han sido expuestos por la Arqueóloga Helena Barba Meineke, de la Subdirección de arqueología subacuática del INAH.
Por ejemplo, en un cenote cerca de Tulum, tuvo lugar un descubrimiento relevante que dio lugar al Proyecto Arqueológico Subacuático “Hoyo Negro”.
Entre otros, se encontró también la osamenta de Naia (ninfa de agua), que representan los huesos más antiguos descubiertos en el continente americano, con una antigüedad de más de 12,000 años.
Pero ¿cómo llegó Naia ahí?
La Arqueóloga Barba Meineke nos remontó al Pleistoceno, época en donde los cenotes eran cuevas y no estaban llenos de agua, cuevas donde animales y humanos se refugiaban.
Probablemente, durante la oscuridad Naia, cayó en uno de ellos desde varios metros de altura. Lugar en donde su esqueleto permaneció hasta ahora conservado. De ahí, su importancia como cápsulas del tiempo.
Especies únicas en el mundo
Tal como lo señala la Dirección General de Divulgación de la Ciencia-UNAM “Los cenotes se han convertido en un refugio de fósiles con vida que han sobrevivido a cambios durante muchos, pero muchos años.”
Para conocer más sobre ellos, recomendamos consultar la guía de identificación de Fauna subterránea de los cenotes en la Península de Yucatán, elaborada por Cenoteando.
Cenoteando es una organización que investiga los cenotes del estado Yucatán y todos los elementos bioecológicos de su entorno.
Si bien toda la biodiversidad de este hábitat es fascinante nos gustaría hablarles de uno en especial.
Xilbalbanus tulumensis
Este crustáceo fue descubierto por un equipo de exploración en el que participó Fernando Álvarez Noguera, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.
Al respecto señaló:
“Así como un paleontólogo logra un descubrimiento mayor si encuentra un hueso de dinosaurio y a partir de él lo reconstruye, aquí es como tratar con dinosaurios, pero vivos, porque los remipedios son crustáceos muy primitivos que representan un eslabón entre los gusanos y los artrópodos”.
https://www.milenio.com/cultura/descubren-mexico-unico-crustaceo-venenoso-mundo
Esta especie sólo existe en la península de Yucatán; en ningún otro lugar en el mundo. Es un organismo remipedio (grupo crustáceo con características primitivas) y se descubrió en 1987.
Mide aproximadamente 2 cm, y lo más llamativo es que es el único crustáceo venenoso conocido en el mundo (de entre alrededor de 70,000 especies de crustáceos).
Su veneno no es letal para el humano, pero es hermafrodita; es decir, tiene órganos reproductivos masculinos y femeninos.
Les recomendamos que mantengan este dato, pues resultará muy importante para lo que se expone en la sección de “Contaminación silenciosa”.
Contaminación silenciosa
Según Teresa Álvarez Legorreta del Colegio de la Frontera Sur. La cristalinidad del agua de los cenotes nos puede llevar a pensar en pureza.
Sin embargo, hay un término al que hay que poner atención: la contaminación silenciosa e invisible.
A pesar de la obvia transparencia del agua se ha rastreado la existencia de diversos contaminantes en ella; entre ellos, algunos derivados de pesticidas, fármacos, hormonas, que llegan a través de descargas de aguas residuales directas a la red o indirectas, a través del suelo.
El suelo de la Península de Yucatán es tan poroso, que todo lo que cae en él llega rápidamente a la red subterránea; es decir, a las reservas de agua usadas para consumo humano.
Estos contaminantes, además de afectar nuestra salud, también tienen un impacto muy peculiar en organismos hermafroditas, p.ej., Xilbalbanus tulumensis, de quien hablamos en la sección anterior. Forzándolos a definir su sexo y a ser machos o hembras, afectando su capacidad de reproducción y, por ende, su existencia en el planeta.
No matar a los mosquitos
Entre las sorpresas de estas maravillas mexicanas, al entrar a uno de estos cenotes, podemos toparnos con un peculiar cartel que dice: “No matar a los mosquitos.”
Una de las niñas de un grupo visitante preguntó: “¿Por qué no se pueden matar? ¿Nos van a picar?”
La respuesta se evidenció a sí misma mientras se empiezan a bajar las escaleras hacia el agua; en efecto, hay mosquitos y pican duro.
La respuesta de los guías es “La mejor opción para que no los piquen es meterse al agua”; sin embargo, en cuanto la niña metió los pies, las sardinas yucatecas -pequeños peces de este cenote- empezaron a morder y succionarlos, en busca de células muertas para alimentarse.
Un relato integrador
“No hay escapatoria” -la niña balbuceo- genuinamente incómoda.
Le dijeron que tenía que aguantarse o se tendrían que ir, que lo tratara de ver como un regalo a esos animales… Los ojos de la pequeña recorrieron el lugar, se permitió olvidar las molestias y dejarse impresionar.
Resignada, extendió los brazos para dejarse picar por algunos mosquitos, ofreciendo su sangre y luego corrió para sumergirse en un agua tan transparente que parecía no existir.
La sangre de esa niña fue aprovechada por mosquitas -hembra- para la maduración de sus huevos, de los cuales nacieron muchos mosquitos que más tarde fueron alimento de los murciélagos que viven en las cuevas.
El guano de los murciélagos alimentó, entre otros, al «camaroncito marsupial», que cuenta con una “bolsita” donde carga sus huevecillos.
A su vez, este camaroncito fue alimento del único crustáceo venenoso conocido en el mundo; aquél “fósil viviente” de más arriba, que incluso podría ser el crustáceo más primitivo que existe en el mundo: el Xilbalbanus tulumensis.
Gracias a un cartel, la sangre de esta niña de escasos 7 años, ahora forma parte de la estructura de una especie que ha sobrevivido millones de años, generándose una “relación atemporal” que nos recuerda lo conectado que está todo en el planeta.
Escrito por Cristina P. Sánchez Juárez H., Directora del área de Derecho Ambiental y Política Pública.
«Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Universidad del Medio Ambiente»