Regeneración y políticas públicas
noviembre 9, 2022Georgina Ramírez – Egresada del Green MBA
noviembre 14, 2022Por Edgar Alan Flores Paredes, estudiante de la Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad y asistente del área de Innovación Educativa.
Recién el 8 de Noviembre se cumplieron 87 años desde que declararon a los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl como Parques Nacionales de México, desde entonces, la basta biodiversidad que albergan las faldas de los volcanes ha sido valorada y protegida para preservar su potencial para la investigación científica, y a su vez, por la capacidad de resguardar las bondades ambientales de estos sitios para las futuras generaciones.
Hoy considero que el contacto cercano con la naturaleza puede influir de manera significativa en la perspectiva de la consciencia ambiental individual, esto lo puedo acompañar desde mi propia experiencia, dado que, durante mi tiempo conviviendo en el Parque Nacional “Izta-Popo” fue cuando decidí estudiar una maestría que me acercara a la Educación Ambiental, por lo tanto, pretendo compartir mi experiencia en remembranza por el aniversario de esta reserva natural.
Mi experiencia de crecer con los volcanes
Gracias a mi tiempo habitando por los volcanes de Puebla fue como comencé a construir mi vocación profesional, puesto que, tuve el privilegio de vivir cerca de los volcanes, por lo que era habitual viajar para conocer el bosque y -si tenía suerte- también la nieve.
No fue hasta que -después de muchas visitas- para mi era evidente el cambio en la naturaleza de bosque, sea en su abundancia o en sus comportamientos. Si la nieve duraba varias semanas, años después resistía solo unos días; los cambios del clima y el aumento de la actividad humana eran notables y, en ocasiones, desalentadores. Si bien es un paisaje que acumula la vida desde hace bastantes años, en tan solo unos pocos, ya eran preocupantes los cambios que perduran en los volcanes.
A todo este impacto que menciono, quiero referirme a las áreas deforestadas de las faldas de los volcanes, también a la frecuencia de los incendios y, sobre todo, a la falta de nieve que suele cubrir el paisaje, además de estos cambios, también se notaban los propios de la actividad humana: el ensanchamiento de los caminos, construcciones sin permisos y demás vestigios -como la basura- del aprovechamiento desmedido por parte de los seres humanos.
Construir mi vocación a partir de la consciencia del impacto ambiental
Lo que quiero destacar es que reconozco que, mi oportunidad de poder convivir con la naturaleza en su profundidad, sobretodo desde que crecía, me ayudó a entender que esta interacción frecuente fue determinante para apropiarme del entorno natural y así, preocuparme de una manera genuina. Ahora entiendo que los paisajes naturales son protagonistas de las repercusiones ambientales que suceden en todo el mundo, es por esto que, considero valioso el contacto íntimo y constante entre los seres humanos y su contexto ambiental.
Hoy en día, ya es común tener acceso limitado a las bondades ambientales; por esto se entiende como la dificultad para interactuar con cuerpos naturales como cascadas, o también con otros paisajes naturales -como los bosques y las playas-, sin embargo, si existe -dentro de las posibilidades de los individuos- la capacidad de acceder a los Parques Nacionales Protegidos hacen posible aquello que prefiero llamar como: Experiencias Educativas Profundas.
El potencial de las experiencias educativas en la naturaleza
El acto pedagógico sucede independiente de aulas y de escuelas, la capacidad de aprender se centra en interpretar -a partir de nuestros sentidos- el mundo exterior y desarrollar comportamientos que procuren a la vida individual, en otras palabras, cuando existen interacciones con el entorno que se habita, cuando se convive con la biodiversidad cercana, es cuando la capacidad de apropiación se refuerza y se puede interiorizar la pertenencia del contexto ambiental.
Esta manera de desarrollo humano dentro de la naturaleza es común en los pueblos originarios e indígenas, mismos que procuraron las distintas áreas naturales que -hoy en día- son Parques Nacionales en todo México, por lo tanto, son evidencias esenciales de que reconocer que uno de los comienzos dentro del desarrollo de la consciencia ambiental sucede a través de la apropiación del contexto ambiental.
Mediar el aprendizaje entre mi comunidad y su contexto ambiental
Ahora con esto entendido, recuperé las intenciones de procurar aquello que me importa, fue también el motivo por el que dedique mis diversos esfuerzos en promover la cultura de la visita a los volcanes acompañados de una educación ambiental que fomente el cuidado del territorio y reconozca la capacidad humana de injerir en la salud de los entes naturales. Acompañado de la fotografía, los recorridos guiados, los construcciones de materiales orgánicos y locales me permitieron ser uno de las y los que construyen puentes entre la consciencia ambiental colectiva y el impacto socioambiental en el contexto.
Mi consciencia ambiental para llegar aquí y ahora
Aún recuerdo la última vez que visité el refugio de la Joyita en el Iztaccíhuatl, era Diciembre del año pasado (2021) y contemplaba la poca nieve que le quedaba a la cumbre del volcán; me encontraba haciendo un recorrido para observar los cientos de metros que ha reducido el perímetro del bosque, sentía nostalgia y también preocupación, tiempo después que ya estaba regresando del recorrido, sabía que quería hacer algo al respecto, me sentía incómodo de no poder compartir mi experiencia del bosque, sin embargo, cuando llegué a la entrada del Parque Nacional Izta-Popo en el Paso de Cortés fue cuando pude recibir un correo con la carta de aceptación para ser becario en la maestría de Innovación Educativa para la Sostenibilidad, aprecié y atesoré ese momento pues me sentía agradecido de poder incidir en aquella consciencia ambiental colectiva que considero necesaria.
Estado actual y mi potencial para incidir en la Educación Ambiental
Aún considero que no todo esta perdido, así como he podido ser testigo de las repercusiones en los entes naturales, también que logrado reconocer esfuerzos colectivos por cuidar el bosque, asimismo observé programas éticos de reforestación y aprovechamiento de las bondades maderables del bosque, así como comunidades que se han apropiado el bosque y se alimentan de sus componentes, reforzando así, su vínculo de cuidado y dependencia sana entre el bosque y ellos, por lo que aún creo que sí existen alternativas y muchos esfuerzos aún por intentar.
Ahora solo pretendo dedicar mis esfuerzos a fomentar la consciencia para la preservación de áreas naturales protegidas que son escenario y protagonista de las experiencias educativas que pueden incidir en la vida de las personas, para que así, contagien de su pasión y sus experiencias a más habitantes y fomentar así, la creación de una cultura del cuidado colectivo y ambiental.
Fotografías: Autoría propia.
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