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julio 30, 2022Desde que tomé la decisión de inscribirme a la Maestría de Proyectos Socioambientales y mudarme a Acatitlán, Valle de Bravo; mi vida ha cambiado en muchos sentidos. Llevo en mi cabeza y corazón infinidad de anécdotas, aprendizajes, reflexiones y “sentipensares”, que han ocurrido tanto dentro como fuera de la Universidad del Medio Ambiente (UMA).
Me gusta imaginar que alguien está leyendo esto. Confío en que una narrativa personal, honesta y sencilla desde el fondo de mi corazón puede transmitir la esencia de lo que está siendo para mí estudiar en la UMA; sobre todo, tener la oportunidad de vivir en un pueblo rural, aportando con mi entusiasmo y todo lo que estoy aprendiendo al codiseño de un proyecto socioambiental en tan extraordinario territorio y comunidad que me han recibido con las manos abiertas.
Así que ahí va…
Para quienes aún no sepan, me encuentro viviendo en un pueblo muy bello llamado San Mateo Acatitlán, en Valle de Bravo, Estado de México, México.
Decidí dejar mi amada Ciudad de México donde pasé largos 33 años de mi vida, y mudarme para acá hace un año y medio (justo en plena pandemia) para estudiar la Maestría en Proyectos Socioambientales en la UMA. Hoy me doy cuenta que también fue porque estaba huyendo de la ciudad, del ruido, del cubrebocas, del pasado, de la tristeza, de la apatía, de la impotencia, de la falta de amor, pero sobre todo de no poder ser yo misma. Mi cuerpo y mi espíritu no aguantaron más y eso me llevó a buscar un nuevo lugar.
Un nuevo inicio (sentada en los campos de cultivo en San Mateo Acatitlán). Talia Martínez
Hoy me doy cuenta que necesitaba todo este tiempo para reencontrarme con la persona más importante en mi vida y que realmente no estaba escuchando con honestidad (yo).
Les cuento que aunque me queda menos de un año de maestría, he decidido quedarme aquí. Probablemente las cosas cambien y no estoy segura de lo que pasará mañana, pero ya no me preocupa. Estoy aprendiendo a fluir y dejarme llevar por mi instinto y corazón.
Como dice Hércules en la película de Walt Disney: encontré el lugar donde pertenezco. Así es, en la UMA y en Acatitlán puedo ser yo, puedo jugar, bailar, reír y llorar sin miedo a ser juzgada. Aquí la vida es tranquila y cada día es un nuevo inicio y una nueva aventura.
Encontré el lugar donde está mi más amado refugio (mi nidito de amor, mi cuarto, mi cuerpo, mi templo). Acompañada por el grupo de estudiantes, asistentes que vivimos aquí y por la comunidad local me siento como en mi hogar.
Grupo de asistentes de todas las Maestrías, Generaciones 2020, 2021 y 2022
Encontré el lugar donde puedo sanarme, a donde puedo correr y refugiarme, si es lo que necesito. El ojo de agua (manantial) se ha convertido en mi mejor amigo, los animales en mis grandes espejos de amor y la música medicina en lo que alimenta mi alma.
En un rezo en el ojo de agua de San Mateo Acatitlán
Disfrutando del agua proveniente del ojo de agua
Chapo, mi compañero y amigo; nos encontramos en Acatitlán
Cuando entré a la Maestría en Proyectos Socioambientales tenía un plan, tenía un proyecto. Pero a lo largo de tres semestres, con todo lo que la UMA me ha enseñado (diseño regenerativo, pensamiento sistémico, fundamentos de sostenibilidad, experiencias transformativas, arquitectura sostenible, finanzas sostenibles, marcos de pensamiento regenerativos, pensamiento evolutivo, escucha activa, mirada apreciativa, trabajo con la comunidad, potencial, investigación activa y un largo etc…), el proyecto que hoy me encuentro codiseñando con grandes colegas y amigos (Raúl, Mónica, Samantha, Israel, Gustavo, Alexis, Enrique, Adler, Carla y muchos más…) será para servir y agradecer a este territorio, Acatitlán, que me extendió la mano, que me abrazó y sin conocerme me ha dado tanto.
Colash con mi círculo de amigues cercanos
Casa de Don Silvano Aguilar y Doña Esperanza Estrada (familia que me alojo durante 1 año), aquí con mis amigos y amigas del alma celebrando la siembra del maíz en San Mateo Acatitlán
Estoy aprendiendo lo que es realmente importante en la vida, como contemplar un extraordinario paisaje, hacer y comer con Doña Esperanza Estrada una buena tortilla, degustar un sabroso pulque los martes de tianguis, contemplar a los caballos pastando, sembrar maíz con la familia Aguilar o una fiesta donde me la paso zapateando y está casi todo el pueblo. Me gusta entender las costumbres y tradiciones de una comunidad que vive el verdadero tejido social, que sabe a través de los abuelos cómo manejar el agua, sembrar la tierra y sobre todo que son expertos disfrutando la vida a pesar de cualquier dificultad.
Estoy dispuesta a poner todos mis conocimientos y habilidades al servicio de este lugar, de esta comunidad. Si me convertiré en una agente de cambio, que sea empezando por el lugar que me está alojando.
Día de cosecha del maíz, noviembre 2021
San Mateo Acatitlán
El camino es largo y no sé qué pasará mañana. Pero hoy elijo estar aquí.
Con cariño Talia Paulina Martínez Pérez, estudiante de la Maestría en Proyectos Socioambientales desde San Mateo Acatitlán, Valle de Bravo. 09062022
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