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Hola, lector de este querido blog:
Te escribe una arquitecta que está estudiando la maestría en educación. Parecerá raro que alguien como yo, una arquitecta con trabajo de arquitecta y una experiencia laboral enfocada cien por ciento en la arquitectura, se encuentre en esta maestría.
Quisiera compartirte cómo llegué aquí e inspirarte a encontrar en la educación un camino para integrar a tu práctica eso que a tu corazón le ha hecho tanta falta.
Para mí sostenibilidad es el bienestar común. Va más allá de una técnica constructiva. Incluso creo que un proyecto puede ser sostenible aunque no esté construido con materiales ecológicos. En mi experiencia laboral, encuentro en la dinámica de poder entre arquitectos y clientes reduce las discusiones a la protección de los intereses individuales. Inevitablemente el bienestar común, el impacto que tiene el proyecto con su comunidad, queda de lado, como una consecuencia en vez de un objetivo.
Soy una arquitecta apasionada de mi profesión y, sí, creo que la arquitectura puede ser agente de cambio a favor de la sostenibilidad, pero para lograrlo se tiene que replantear la dinámica de poder y transformarla hacia un diálogo colaborativo en el que juntos fijemos intenciones, estemos dispuestos a aprender unos de los otros y contribuyamos activamente a crear ciudades seguras, limpias, comunitarias, conscientes, amables, inclusivas y accesibles.
Tupper Tocs. Una comunidad de aprendizaje que inicié en JSa donde hablamos de temas polémicos e interesantes del quehacer arquitectónico. Foto por Natalia Zenteno.
Estoy convencida de que la única manera de transformar esa dinámica es mediante la educación, porque creo que la raíz del problema son las maneras en las que nos relacionamos los que participamos en el proceso de la construcción.
¿Qué podría hacer si aprendiera a relacionarme y diseñar desde el deseo de colaborar?
Podría invitar a mis colegas y clientes a cuestionar ideas preestablecidas y dialogar sobre qué sería mejor arquitectura. Un paso más allá, podría inspirar a la próxima generación de arquitectos a cuestionarse los alcances de nuestra profesión y enseñarles herramientas que complementen su práctica.
Un paso todavía más lejos, podría llevar esta búsqueda de dinámicas colaborativas hacia sectores del mundo arquitectónico y juntos crear un impacto distinto, ojalá uno más cercano de bienestar común.
Entretejer la arquitectura y la educación
Al fortalecer mi práctica arquitectónica con los valores de la Maestría en Innovación Educativa, ya estoy teniendo mejores conversaciones con mis compañeros y cada vez me siento más inspirada a imaginar otro futuros para mi desempeño profesional.
Mis compañeras que son maestras, mentoras y amigas.
Mi experiencia en la maestría
Como estudiante de arquitectura, viví la licenciatura como un proceso que disfrute mucho pero que fomentaba la competencia y la comparación. Como estudiante de educación, he vivido este proceso en total comunión con mis compañeras; me siento vista y validada por todo lo que soy y no solo por una parte de mí.
El programa y los valores de la UMA me han hecho evolucionar mi práctica profesional, pero más allá de eso, me han impactado y cuestionado profundamente.
En un semestre y medio, siento que he visto de frente mis vicios, inseguridades, miedos, cualidades y esperanzas. Algo muy especial a lo que te invita la UMA es a comprometerte contigo en todos los aspectos, desde el más íntimo hasta el más social, y para mí ha sido un regalo darme ese compromiso y permitirme regenerarme de adentro hacia afuera.
Además, como uno no estaría inspirado a relacionarse diferente en este campus tan mágico. Fotos por Natalia Zenteno.
Estudiando esta maestría, me he dado cuenta de que, tanto en lo profesional como en lo personal, yo quiero ser “educadora” o, como decimos aquí, quiero hacer aprender. Quiero aprender en todo lo que hago, quiero hacer sentir bien a la gente, quiero pertenecer a comunidades de cuidado, quiero promover respeto, quiero escuchar, quiero ser escuchada.
Sentipensares
Estudiando esta maestría me he dado cuenta que tanto en lo profesional como en lo personal yo quiero ser “educadora”, o como decimos aquí, yo quiero hacer aprender. Yo quiero aprender en todo lo que hago, quiero hacer sentir bien a la gente, quiero pertenecer a comunidades de cuidado, quiero promover respeto, quiero escuchar, quiero ser escuchada. Más allá de ser arquitecta, que seguiré siendo, en mi vida para mí y para todos los que me rodean quiero poner a la educación antes de cualquier cosa que yo haga. Quiero ver el mundo a través de la educación.
La educación para mí trasciende cualquier práctica laboral. La arquitectura me ha dado una manera de pensar, un proceso mental que me permite comprender el mundo. La educación me ha dado esperanza, la posibilidad de compartirme y que me compartan experiencias desde el deseo de regenerarnos juntos. La educación ha llegado a mí como un llamado casi espiritual-existencial. Tal vez esto ya se puso muy exagerado, pero sí lo que buscas es fe, tienes que estudiar esta maestría.
Quiero complementar esta idea tan romántica con lo que Sarah Ahmed desarrolla sobre la esperanza en su libro La política cultural de las emociones. Ahmed dice, mientras cita a autores épicos, que la esperanza nos muestra lo que todavía no es pero queremos que sea. “Expresar esperanza por otro tipo de mundo, inimaginable en este momento, es una acción política y sigue siéndolo aun en medio del agotamiento y la desesperación.” (Sara Ahmed, 2004, p.282) Es una acción política porque una no tiene esperanzas sola, sino con y para los otros cuyo dolor no sentimos. (Sara Ahmed, 2004, p.285) ¡Qué maestra!
Imagen obtenida del instagram de @comunaltaller, publicada el 27 de julio.
No sé si todas mis ilusiones se harán realidad en este periodo de la maestría, pero empiezo por comprometerme y creerlas posibles. Estudiar en la UMA me ha hecho ver caminos potenciales para mi práctica arquitectónica y para mi existencia en el mundo.
Escrito por Natalia Zenteno estudiante de la Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad
“Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Universidad del Medio Ambiente»
Bibliografía:
Ahmed, Sara. (2004). La política cultural de las emociones (Primera edición en español: septiembre de 2015) Programa Universitario de Estudios de Género, UNAM, México.