El turismo comunitario, como bien sabemos, puede ser una herramienta de desarrollo económico local y de conservación del hábitat de los destinos. ¿Podrá también ser una herramienta de defensa del territorio de las poblaciones locales?
“Seamos Colectividad.
Seamos Territorio.
Seamos Resistencia.”
Estas palabras se leen en el folleto con el que la red POCBOTU (Pueblos Originarios coordinados para el Bosque y el Turismo) presentó su propuesta de colaboración territorial el 8 de abril en el Parque Sendero San Lucas en el municipio de Amanalco, Estado de México.
Hace casi un año, once núcleos agrarios de tres municipios de la cuenca de Amanalco-Valle de Bravo en el suroeste del Estado de México habían iniciado sus diálogos sobre la creación de una red intercomunitaria. Con acompañamiento del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), diez ejidos y un comunal se unieron para hacer frente al desarrollo turístico no planificado y la especulación inmobiliaria de las tierras en la zona.
La cuenca de Amanalco-Valle de Bravo es una zona de gran importancia ecosistémica, ya que los bosques filtran y retienen grandes cantidades de agua, esenciales para la población creciente del estado y la Ciudad de México. Las comunidades locales han sabido cuidar sus bosques y tienen un manejo forestal responsable, pero la presión demográfica es muy grande y el cambio de uso de suelo es rapaz.
Además, las empresas turísticas asentadas en Valle de Bravo acostumbran llevar a sus clientes a los atractivos naturales de la cuenca, muchas veces en vehículos motorizados como cuatrimotos y Razors, y en la mayoría de los casos sin compartir los beneficios económicos de la actividad turística con las comunidades locales, solo dejando rastros de contaminación y disturbio.
Ahora, estas comunidades quieren ir más allá de cuidar sus bosques de manera aislada. Están uniendo esfuerzos para crear una red intercomunitaria y fortalecer el cuidado de sus tierras mediante un turismo comunitario bien manejado. Están dispuestos a compartir la belleza y riqueza de su territorio con visitantes, pero en proyectos turísticos manejados por las comunidades mismas, recibiendo a turistas interesados y responsables.
En el evento de presentación de la red, representantes de los pueblos originarios mazahua, otomí, nahua y matlatzinca que forman el corazón de POCBOTU, pronunciaron las palabras de bienvenida en sus idiomas, antes de traducirlas al español:
“Se dice que nuestros bosques son para enviar agua a las ciudades. Pero son mucho más. Para nosotros son nuestra casa, el lugar donde nacimos. Queremos cuidarlos como cuidamos nuestro hogar. Trabajamos juntos para mantener los bosques vivos, los bosques saludables, los bosques hermosos. Invitamos a los paseantes, a los turistas a conocer nuestra casa. A conocer y disfrutar este lugar con respeto y cuidado. Hoy estamos reunidas y reunidos para decirle al mundo que queremos que estos bosques duren para nuestros hijos y nietos, para que puedan caminarlos como los hemos caminados nosotros. Gracias por venir a escuchar”.
Los bosques de la cuenca tienen una gran importancia ecosistémica (Foto: cortesía de Vanessa Barreiro)
Según los representantes del movimiento, el objetivo de la red es la cooperación y colaboración, la unión de fuerzas y la creación de un territorio sólido. El turismo comunitario, basado en el patrimonio biocultural, es visto como una herramienta de gran potencial.
El Manifiesto que la Junta de Pueblos Originarios presentó el 8 de abril en San Lucas Amanalco es claro y contundente. Compartimos el texto original a continuación.
La junta intercomunitaria en la presentación de su Manifiesto (Foto cortesía del CCMSS)
El mensaje es muy claro, es profundo y es urgente. Las comunidades han pronunciado lo que quieren, lo que no quieren y lo que sus territorios necesitan. Están pidiendo apoyo a las autoridades e invitando a otras poblaciones a unirse. La zona tiene mucho potencial para desarrollar un turismo responsable autogestionado por sus pueblos indígenas y rurales.
Hay otras zonas en México, donde comunidades indígenas se han unido de manera exitosa para aprovechar el turismo como herramienta de fortalecimiento de sus tradiciones y territorios. La red de la marca Maya Ka’an en la península yucateca y los proyectos de las comunidades zapotecas en la Sierra Norte de Oaxaca son de los proyectos más conocidos en este sentido. En la zona centro fragmentada y densamente poblada del país, POCBOTU es una propuesta novedosa. Inspira y da esperanza escuchar cómo sus representantes hacen uso de manera muy natural del vocabulario de la colectividad, fraternidad y lucha. Es este tipo de proyectos que puede crear fuentes de trabajo justas, ingresos complementarios a las actividades tradicionales de la población, oportunidades para jóvenes y mujeres, además de un respiro para el entorno natural.
No necesitamos mega proyectos que no fueron solicitados por la población local. Los cambios verdaderos en el sector turístico deben venir desde abajo. Deben nacer entre las raíces de los enormes pinos y encinos que han cuidado nuestros montes desde tiempos en los que los humanos aún caminábamos en su sombra con mayor respeto. Necesitamos proyectos de este tipo en todos los territorios para hacer frente a un desarrollo infraestructural voraz y un turismo que destruye.
En la Maestría en Turismo Sostenible compartimos experiencias de proyectos exitosos de turismo comunitario y metodologías para cocrear un turismo que se convierte en una herramienta de conservación y fortalecimiento local.
“Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de la Universidad del Medio Ambiente”