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¿Y tú, cómo construyes y diseñas tu vida?
El cambio es lo más seguro que tenemos
Hace no mucho tiempo la vida social era muy distinta a la de ahora. Pareciera que el tiempo se ha comprimido y todo pasara tan rápido sin darmos cuenta de cómo vamos cambiando y cómo somos tan distintos(as) de quienes fuimos. Lo cierto es que el cambio es una constante del planeta y del universo que se expande.
Desde hace algunas décadas el papel de la mujer en la sociedad se ha transformado, así como el del hombre. Si pensamos en las mujeres y hombres como un grupo, ya no somos las mismas mujeres, ni los mismos hombres de los años 80, 90 y más… ni somos las mismas mujeres de la edad media, ni los mismos hombres de la época ilustrada, renacentismo, romanticismo y demás. Tampoco somos quienes fuimos en la época de las cavernas, la época prehistórica o antigua cuando estaba el Imperio Romano en auge.
Por esto mismo no podemos saber con certeza cómo serán las mujeres y hombres del futuro. No estamos determinados socialmente. Somos una construcción socio cultural que se irá transformando con el paso del tiempo ¿Acaso una mujer en la edad media se imaginaba alguna vez que iba a poder usar pantalón, que podía estar en las cúpulas de poder empresarial o de gobierno y además ocupar un cargo público? ¿Acaso no se decía que las mujeres eran incapaces de pensar a la par que el hombre, y muchas mujeres así lo sintieron y lo creyeron? ¿Quién iba pensar que un hombre le cambiaría el pañal a su hijo o hija, o que realizaría tareas domésticas a la par que una mujer?
Las situaciones, la vida social, la infraestructura cambian, pero antes que todo, nuestros pensamientos cambian y se transforman. Nada es inmutable. El cambio es lo más seguro que tenemos. Aunque pareciera que somos los mismos, ya no lo somos. La vida nos ha hecho dar giros que modifican nuestros comportamientos con base en nuestra experiencia. Con dichas experiencias vamos eligiendo en quien convertirnos y cómo reaccionar ante lo que nos pasa.
Somos los arquitectos y arquitectas de nuestro destino
Impactamos al entorno dependiendo de la forma en cómo concebimos nuestras necesidades y prioridades. Nuestras prioridades marcan la forma en cómo construimos nuestras ciudades; cómo trazamos nuestras avenidas; cómo diseñamos nuestra casa y cómo vivimos nuestra vida. Estas prioridades sociales se vuelven valores. Y no me refiero a los valores universales, sino a todo aquello a lo que le damos importancia y valor. Es sobre estos valores sociales, que se priorizan por épocas, que desarrollamos nuestras vidas individuales y colectivas.
Por ejemplo: la prioridad número uno de ésta época capitalista es la generación de riqueza económica, el incremento de bienes y servicios así como el aumento progresivo de la productividad. Esto se traduce en que la productividad es más valorada en esta época que la reproductividad, en consecuencia, las ciudades se planean para aumentarla, no para mejorar la vida social.
Tienen mejor sueldo quienes se dedican al sector productivo que al reproductivo. Tienen más reconocimiento social quienes son proveedores que quienes dan mantenimiento. Aunque sabemos que sin mantenimiento y sin el sector reproductivo no podría sostenerse el sector productivo: éste se sostiene sobre aquellas actividades que sustentan la vida (como un iceberg que no flota sin la parte sumergida). Por lo tanto, como la productividad no puede mantenerse a sí misma, en esta época nos hemos dado cuenta que necesitamos hacer una transición para proteger y cuidar al planeta, a la par que cuidamos la vida social y satisfacemos la vida productiva.
Con este hecho hemos reflexionado sobre los valores que consideramos importantes y cómo esos “nuevos” valores podrían entrar en acción para balancear nuestras prioridades sociales y con ello contrarrestar la contaminación, el cambio climático, el sexismo, la discriminación, etc.
Mirar con perspectiva de género los valores que rigen nuestra vida
Estos valores pueden mirarse con una perspectiva de género. Sólo necesitamos entrenar la mirada, para poder verla a través de otras gafas con las cuales nunca antes habíamos visto. No desde la violencia, sino desde la paz y el equilibrio.
Una vez hecho esto. y habiendo analizado los valores que marcan nuestra vida, podemos añadir nuevos principios ecológicos que pueden aplicarse a la arquitectura para que sea sustentable. Para que podamos convivir mejor con otros seres no humanos, que normalmente discriminamos porque no son de nuestra especie. Seres vivos que también tienen una función planetaria, que son parte de un gran sistema ecológico que funciona y se realimenta a sí mismo; del que todos y todas somos parte.
En consecuencia, el paso número uno para tener mejores diseños arquitectónicos, es tener una nueva plataforma mental que permita incluir nuevos principios y valores que atiendan las fallas y vacíos de la infraestructura social y ecosistémica.
Por esto mismo te invitamos al taller que daremos en la Universidad del Medio Ambiente del 27 a 29 de septiembre de este año. Para que juntos y juntas podamos transformar nuestro entorno en uno más favorable y proclive para la vida, no para la muerte. Se llevará a cabo en un lugar maravilloso en Valle de Bravo. Recuerda que hay descuentos si te inscribes antes del 6 de septiembre. ¡Te esperamos!