La esencia del lugar y su relación con el turismo regenerativo
octubre 4, 2019Mujeres y Medio Ambiente
octubre 8, 2019Generalmente los domingos que hay taller de maestrías en la UMA desayunamos chilaquiles. Chilaquiles es mi desayuno favorito, y el desayuno es mi comida favorita del día. Este domingo la rutina empezó diferente y sin chilaquiles de desayuno: la visita a El Caleidoscopio en el taller de maestria.
El horario de clases de este domingo, para la mayoría de mis compañeras empieza a las 9:00 am en un lugar mágico llamado Caleidoscopio. El día inicia más temprano para mí. Amanezco en el hermoso centro de Valle de Bravo desde las 6:45am, me traslado alrededor de las 7:35am hacia la UMA a nuestra clase de Tai-Chi – para esta hora todavía no he tenido tiempo de pensar en desayunar; la clase de Taichi con Sensei empieza a las 8:00 am, y el desayuno hasta las 8:50 am (hora aproximada a la que mi cuerpo empieza a sentir un hambre brutal), -generalmente- todo está fríamente calculado y el tiempo fluye perfecto. Este domingo, al llegar a clase de 8:00 am, me excuso de antemano con Bonilla. Le explico que tengo que salir diez o quince minutos antes de la sesión para llegar a tiempo a mi siguiente asignatura; que por esta ocasión será en algún punto de la carretera Avándaro-Valle de Bravo, y tengo que tomar precauciones. Sensei no tiene problema.
A la hora acordada salgo corriendo del lago artificial de la UMA, donde son las clases de Taichi, rumbo al estacionamiento. Hago una parada en la cocina con un propósito importante: comprar provisiones (café y un pan). Desde muy joven (5-6 años) me he preocupado por SIEMPRE desayunar antes de salir de casa. No me gusta sentir hambre, no me puedo concentrar en nada. Y por esta razón, siempre tomo mis precauciones cuando no puedo desayunar “bien”. En este caso, me preparé con una manzana, café, agua y un pan. Iba lista hacia Caleidoscopio. En ese momento no le di importancia al hecho de que no pude probar bocado en mi trayecto UMA-Caleidoscopio.
El propósito de la visita a El Caleidoscopio
El Caleidoscopio es un espacio educativo ubicado en un espacio acogedor, en el maravilloso bosque entre Valle de Bravo y Avándaro, entre arbustos, plantas y grandes árboles. En este paraje se cobija a los niños, impulsándolos a desarrollar y fortalecer habilidades necesarias para su crecimiento personal. Se imparten tutorías individuales, a nivel primaria y secundaria, adaptadas a las características y necesidades de cada alumno según su grado escolar, siguiendo el modelo de «escuela en casa».(1)
En este espacio se estudia con el enfoque Waldorf, del que aprendí muchísimas cosas en lecturas y clases posteriores. Está dirigido a alumnos y familias que decidieron desincorporar a sus hijos de procesos escolarizados estándares; para desarrollar y fortalecer las experiencias de aprendizajes significativos. Se enfoca en alumnos de alto rendimiento y chicos con capacidades especiales que requieren acompañamiento amoroso(2). El propósito de visitar este espacio, como parte de las actividades del taller de este semestre de nuestra maestría de Innovación Educativa para la Sostenibilidad, es:
- Conocer otros enfoques educativos
- Aprender cómo la investigación activa nos permite tener otra perspectiva y un enfoque consciente sobre las diferentes formas en las que adquirimos conocimiento.
- Además, reconocer la importancia que tienen los espacios que asignamos para el aprendizaje.
El Caleidoscopio y la clase de geometría
La experiencia en Caleidoscopio fue maravillosa, significativa e inspiradora. Reviví sexto año de primaria, solo que al volverlo a vivir, mejoré mi recuerdo de la historia. Al llegar al Caleidoscopio nos dieron 5 minutos para comer (apenas alcance a comer mi manzana y tomar un poco de café) y guardar cualquier cosa que nos pudiera distraer de la siguiente actividad. Regresaríamos a una clase importante de Geometría de sexto año de primaria –y yo sin desayunar–.
Para arrancar motores (domingo, 9am y repito, sin desayunar), iniciamos actividades con cantos, recitamos las tablas al ritmo de nuestra coordinación motora y memorizábamos nuevas canciones –un caos–. Qué importante es saber distinguir la izquierda y la derecha, además de entender las instrucciones antes de iniciar una actividad. Una razón más por la que necesitamos desayunar: nuestro cerebro necesita energía para hacer una GRAN cantidad de conexiones. Lo que aprendí fue que en grupo dependemos de unir y coordinar habilidades, y sobre todo de divertirnos juntos.
El espacio inicial fue para activarnos y reírnos un rato; casi nadie se sabe las tablas “difíciles”. Veredicto: tenemos que repasar las del 7 y del 9, y ejercitar nuestra coordinación muscular sin olvidarnos del repaso de la izquierda y la derecha.
La siguiente actividad fue geometría. Recordé vívidamente cómo temía esa clase. Mi primera vez en 6to, no entendía las fórmulas para medir figuras, ni en general de lo qué se trataba la geometría, solo quería que el día terminara y esa tortura también. En esta ocasión, en la clase de geometría de Caleidoscopio vimos un poco de historia, astrología y mucho de matemáticas, también un poco de existencialismo y del misterio de la vida. Dibujamos y nos relajamos al reconocer lo hermoso de nuestro trabajo -aunque tuviera imperfecciones. El simple hecho de “estar ahí” y dedicarle el 100% de nosotros a ese espacio de aprendizaje lo convertía en un momento invaluable.
Los aprendizajes y la investigación activa
Aprendimos que con la práctica mejoramos y, que la pasión y el interés por las cosas son ingredientes importantísimos en la fórmula del aprendizaje. Que el conocimiento se genera y se le da significado en comunidad y que lo que no sé yo, de seguro lo sabe otra persona, y al revés. Yo puedo enseñar también.
En conclusión. La investigación activa en espacios de aprendizaje permite conocer la manera en que yo aprendo y cómo nos relacionamos con las formas en las que otras personas conocen e interactúan con el mundo. Y lo más importante: cómo complementamos el conocimiento y el aprendizaje entre nosotros. ¡No olviden desayunar!