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julio 13, 2023Por Paola Andrea Charria Espinosa, estudiante de la Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad.
Cuando me preguntan qué Maestría estoy haciendo, suelo responder: “Es una maestría en pedagogía… (pausa) con enfoque socioambiental”. Por alguna razón evito usar el nombre de “Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad”. Siento que no me van a entender, o que sueno un poco pretenciosa.
Con esta corta introducción, no quiero juzgar ni criticar el nombre que la Universidad otorga al Máster. Es simplemente la introducción sobre lo que compete a este texto. Mi objetivo es llegar a explicar lo que significa ahora para mí la “Innovación Educativa” y por qué en ciertos contextos me resulta difícil nombrarla.
Sin duda, los profesionales encargados de estructurar el pénsum de la maestría, hicieron un gran esfuerzo en el armado de este estudio de profundización, e intuyo, que nombrarla de esta manera va más allá de un ejercicio de adjetivar o etiquetar un producto en pro del marketing académico.
Nombrar, nominar, nos ayuda a distinguir una cosa de otra. Y esta distinción también hace parte de la “innovación”. La idea de ser/hacer algo diferente. Pero no se trata de nombrar las cosas de otra manera y que éstas sigan siendo las mismas de base. El nombre elegido para el máster implica cierto grado de responsabilidad, de compromiso. “Innovación Educativa para la Sostenibilidad” casi resulta ser una promesa, un anuncio de cambio.
Mi experiencia del aprendizaje y la transmisión de saberes
Mi intención al referirme a la maestría como “pedagogía con enfoque socioambiental” no es tanto por reducción, sino por traducción. Quiero darle a entender a mi interlocutor que lo que estoy tratando de hacer es un estudio sobre la educación y las formas como hacemos la educación.
Esa parte que nos resulta tan fundamental como seres humanos que es la experiencia del aprendizaje y la transmisión de saberes; y que, en esta universidad, en especial, se esfuerzan por darle un lugar importante a la naturaleza e intentan que los miembros de la comunidad educativa seamos conscientes de nuestro vínculo de coexistencia con ella y la urgente necesidad que tenemos de preservarla.
Quizás, el pudor que siento al referirme a la Maestría, es que en la frase “innovación educativa” hay implícita una crítica al orden actual. Hablar de innovación en el ámbito pedagógico tiene que ver con que las cosas en el mundo no están funcionando y es necesario hacer algo nuevo, algo diferente.
La crisis actual nos resulta evidente a todos. Sin embargo, es mucha la confianza que las personas depositan aún en los sistemas educativos tradicionales, y hablar de la necesidad de cambio en aquellos modelos, me resulta intimidante. Por alguna razón, temo que mis comentarios resultarían insultantes para quienes sí tienen fe en ese tipo de prácticas educativas.
Sin embargo, la misma Maestría me ha ofrecido respuestas: Lo que tendría que hacer, bajo la perspectiva de la “educación desde el encuentro”, es abrir un espacio de conversación. Un encuentro de presencias dispuestas a escucharse y a narrarse desde la experiencia. Sólo así, podría compartir, mostrarme al otro y narrarle por qué desconfío de los paradigmas educativos con los que crecí.
También sería la oportunidad para hacer en conjunto una crítica a la idea de innovación y revisar las creencias que cada uno tiene sobre lo que implica ser innovador. Entendiendo cómo sucede lo innovador desde las perspectivas: la innovación como genialidad, la innovación como práctica de resolución de problemas a través de procesos racionales técnicos-instrumentales y la innovación como producto.
Ahora bien, si en medio de la conversación con el otro, se diagnostican los problemas y dificultades que conlleva el orden actual, se podría llegar a la idea de la educación como herramienta para resolver dichos problemas.
No obstante, como concluimos junto el docente Benjamín Berlanga, “resolver problemas no necesariamente es hacer lo diferente”. Y lo que queremos precisamente, es cuestionar, transgredir, romper, subvertir los mecanismos de poder y de control actual.
Y bien, ¿en qué se basa esta idea de que las cosas puedan ser diferentes? Se basa en la idea de la pensadora, escritora y teórica política, Hanna Arendt; quien reflexiona sobre nuestra condición de natalidad: “La natalidad es la condición humana de ser comienzo, y tener la capacidad de comenzar algo nuevo”. Si ser mortal es la constante posibilidad de desaparecer, de pasar de estar siendo a no ser más, ser natal es la constante posibilidad de romper con la regularidad del cadente estar siendo y comenzar algo nuevo, inesperado, incalculable (Murillo 2009).
Así pues, los seres humanos no hemos nacido para morir, sino para siempre comenzar algo nuevo. A través de las acciones podemos forjar un mundo capaz de crearse ante las preguntas: quiénes somos y quiénes queremos ser. Es la manera como podemos llegar a pensar para cuestionar.
Es posible que ocurra un cambio de ética cuando seamos capaces de preguntarnos: ¿Esto está bien? ¿Esto es justo? ¿Por qué tiene que ser así? Es primordial que lleguemos a ser conscientes de los dispositivos colonialistas, machistas y patriarcales que nos producen como seres humanos. Y es prioritario activar nuestra memoria histórica, preservar la sabiduría tradicional, la que fue transmitida de generación en generación, en donde la relación con la naturaleza no funciona desde el extrativismo, sino desde el reconocimiento de nuestra interdependencia.
Entonces ¿Qué es la Innovación Educativa?
La innovación en la educación parte entonces de la necesidad y el deseo de cambios profundos y radicales. Porque si es posible hacer lo nuevo, nuestro rol como educadores o transmisores de humanidad; es contagiar a los demás de que todos somos y podemos hacer lo nuevo.
Para ello hay que construir el espacio pedagógico, crear entornos fértiles. Gestionar momentos de interacción, diálogo, conversación, escucha atenta. Disponerse a dar, a donar la palabra y la escucha. Realizar encuentros para hacer comunidad.
Una comunidad que huye de las relaciones asimétricas y los roles establecidos (docente/alumno). Un espacio de resignificación para hacernos juntos sujetos y construir en comunidad los futuros deseados. Estos encuentros entre sujetos exigen crear condiciones de hospitalidad, acogida, tacto, deferencia. Para ello es necesario instalar un espacio de confianza en donde todos y todas puedan decirse, narrarse a sí mismos desde su propia experiencia.
Ahora bien, ¿por qué para este modelo educativo resulta importante la narración que los sujetos hacen de sí mismos?
Este pensamiento está configurado desde la creencia de que la crisis narrativa conlleva a una crisis educativa.
Ya que “no es posible descubrir el sentido de la vida si uno no es capaz de articularla narrativamente. Encontrar un sentido para la vida depende del enmarque que demos a las expresiones significativas adecuadas” (Mèlich 1996).
La crisis actual de la educación es, entre otras cosas, una crisis de capacidad narrativa y expresiva del ser humano, una crisis lingüística. Esta incluye nuestra relación con el lenguaje escrito, con el texto.
Este modelo educativo innovador propone emplear la conversación y la lectura como instrumentos, para que, a través de ellos, se puedan generar entornos fértiles que activen la condición de lo nuevo en cada sujeto, hasta llegar a gestar alteraciones emancipatorias. Hasta alterar nuestra realidad actual.
Mi reflexión sobre esta nueva forma de pensar y vivir la innovación es que, la innovación requiere un posicionamiento ético y político en el que debo dar valor a mi deseo de cuestionar y transgredir el orden actual. Que resolver problemas no necesariamente es hacer lo diferente. Pero que, al reconocer mi propia condición de natalidad, se abre la posibilidad de siempre volver a empezar. Que, como sujeto, existe en mí la voluntad de quiebre, en donde puedo ser capaz de decir ¡No, ya basta! Y que, al compartir mi experiencia con los otros, también puedo compartir mis deseos de futuro e intentar construirlo juntos. Porque en el centro de lo educativo están las relaciones humanas y la posibilidad de hacernos juntos.
REFERENCIAS
- Murillo Urrutia, José Andrés (2009). Mortalidad y natalidad, del amor a la acción Heidegger y Arendt Revista internacional de filosofía política. págs. 111-129.
- Mèlich, Joan-Carles (1996). El texto como otro.