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febrero 17, 2025¡Hola! Soy Majo M. Zaldívar y me gustaría contarles mi experiencia sobre estudiar la Maestría en Proyectos Socioambientales de la Universidad del Medio Ambiente.
La UMA (Universidad del Medio Ambiente) es una experiencia realmente regenerativa, lo que hace difícil plasmarla en palabras. Sin embargo, me armé de valor y aquí estoy, intentando explicar por qué elegí la UMA y por qué me siento orgullosamente única y diferente, es decir que formo parte de MAPS (Proyectos Socioambientales).
¿Por qué la UMA? ¿Y qué es MAPS?
La UMA tiene un plan de estudios particular que, a primera vista, me llamó la atención, aunque, siendo sincera, no lo entendí del todo al principio. Lo único que tenía claro era que quería aprender haciendo; ya no quería más clases donde solo tuviera que memorizar diapositivas vintage.
Si te preguntas qué hace especial el currículo de la UMA, te cuento:
El Eje de Sostenibilidad, donde tomas clases con estudiantes de todas las maestrías. Esto es increíble, porque te permite convivir con perfiles muy diversos, como abogados, arquitectos, agrónomos, entre otros. La diversidad de perspectivas enriquece muchísimo las discusiones y hace que las clases sean más dinámicas y entretenidas. Además, todas estas materias están enfocadas en temas socioambientales. Mis favoritas fueron Teoría Evolutiva, Prácticas Regenerativas y las aulas verdes (clases en el bosque).
Luego está el Eje Especializado, donde las materias se enfocan en tu área de especialización. Por ejemplo, si estudias Arquitectura, tendrás clases de Bioclimática. Pero si eres de la Maestría en Proyectos Socioambientales, podrás elegir durante primer y segundo semestre, las materias que quieras cursar de otras maestrías, lo cual te permite personalizar tu currículo, y así adquirir los conocimientos multidisciplinarios que tu proyecto necesita.
Como estudiante de MAPS, tienes la puerta abierta para descubrir tu camino en la UMA. Puedes conocer el funcionamiento de otras maestrías y, así, obtener una perspectiva más amplia de las oportunidades de aprendizaje que mejor se adapten a tus intereses profesionales y personales. Al mismo tiempo, vas tejiendo tu propia experiencia educativa, diseñando tu plan de estudios con la base que la UMA y la directora de maestría te proporcionan.
Por último, está el Eje de Investigación Activa, la parte que más me costó entender, pero que terminó cambiando por completo mi perspectiva. Aquí aprendes a conocerte a fondo y te dan herramientas para lograrlo. Por ejemplo, la bitácora te proporciona una estructura para planificar, desarrollar, evaluar e identificar tus aprendizajes, además de identificar tus fuentes de entusiasmo y crecimiento.
Lo mejor es que después puedes aplicar estas herramientas en tus propios proyectos. Es un proceso retador, pero sumamente valioso. El cual consiste en hacer pequeños experimentos, ir a la acción, probar cosas nuevas, al tiempo que las mides y documentas.
¿Cómo qué MAPS?
Les confieso algo: yo estudiaba el Green MBA, pero me cambié a MAPS porque me identifiqué más con lo que podía aprender en esta maestría, incluso sin tener un proyecto definido. Pensaba que era un requisito indispensable para entrar a la maestría, pero no. En MAPS me enseñaron cómo diseñar, estructurar, implementar y medir un proyecto desde cero. No pasa nada si es la primera vez que haces algo, lo importante es aprender a generar evidencia de tus ideas implementadas y asegurarte de que se alineen con tus propósitos.
Una de las grandes ventajas de MAPS es que puedes elegir tus materias según el enfoque de tu proyecto. Por ejemplo, si te interesa el derecho ambiental o la agroecología, puedes tomar clases en esas áreas si aportan a tu proyecto. Y, si tienes dudas sobre qué materias elegir, siempre puedes pedir consejos a tus maestros o a tus compañeres de la generación anterior.
Si algo no falta en la UMA es comunidad. De verdad, no hay mejor lugar para ser tú mismo. Compartir este espacio con personas tan especiales crea un vínculo único y significativo.
Mi experiencia: ¿por qué fue tan especial?
Al principio, me sentí completamente perdida, como si una ola tras otra me revolcara. Pero poco a poco fui entendiendo el proceso. Algo que te dicen mucho en la UMA es: “confía en el proceso”, que suena fácil, pero hacerlo es mucho más complejo.
Al entrar a la UMA, les facilitadores comienzan a hacerte preguntas que quizás nunca antes te habías planteado. A mí me pasó con mi fuente de entusiasmo. Cuando me preguntaron qué era lo que realmente me gustaba hacer, me di cuenta de que no lo sabía. Me había guiado toda la vida por el “deber ser”, lo que tenía que hacer, y no por lo que quería hacer.Después, te piden medir esa fuente de entusiasmo, lo que se convierte en la base de un microproyecto personal que sienta los cimientos para proyectos futuros más grandes.
Además, aprendí a intentar hacer cosas nuevas sin ser experta en el tema con todo y miedo. Dejé de obsesionarme con que todo saliera perfecto, porque entendí que, si algo no funciona, solo es experiencia y aprendizaje para la próxima vez. Tener la posibilidad de llevar la teoría a la práctica, acompañada de la comunidad UMA, ha sido una oportunidad invaluable para crecer como persona.
¿Qué me encantó?
Poder aprender en un espacio tan único como la UMA, donde me sentía constantemente inspirada por mis compañeros y mis clases es lo que más disfruté. A pesar de que algunas clases eran largas, se volvían súper interesantes porque fomentan un ambiente en el que podías hacer preguntas y compartir opiniones o experiencias con total confianza.
Durante los descansos, amaba comprar un snack del mercadito (deliciosos y artesanales), jugar algún juego, tener conversaciones enriquecedoras y, sobre todo, sentirme acompañada en este proceso tan especial.
Escrito por Maria José Márquez Saldivar. Generación 2023. Maestría de Proyectos Socioambientales