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febrero 9, 2024La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 25 que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure la vivienda digna y decorosa. En nuestro país, la realidad dista mucho de ello.
Según las últimas cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en 2022 había 11.7 millones de personas con carencia por calidad y espacios de vivienda y 22.9 millones sin acceso a los servicios básicos. Aunque en nuestro país la situación es alarmante, es importante decir que la falta de condiciones dignas para habitar se vive en todo el mundo. Países como China, Estados Unidos y Brasil también han mostrado su preocupación por el tema.
Las causas de estas condiciones son variadas, pero enmarcando todas ellas es fácil ver una profunda desconexión del ser humano y su entorno. Partiendo de que esta problemática, es totalmente multifactorial y su solución no tiene recetas sencillas. A continuación abordaré una de las tantas vertientes que impactan en la gravedad: la política habitacional puramente cuantitativa.
Como derecho humano, la vivienda es un tema que debe ser de observancia obligatoria para los gobiernos de los países. Es por ello que es necesario establecer políticas públicas que garanticen su cumplimiento. El presupuesto asignado muchas veces se utiliza para la creación de microcomunidades que hoy se encuentran inhabitadas. Esto se debe principalmente a que la vivienda social desconoce e invalida por completo los factores culturales que conlleva el habitar.
La vivienda como factor cultural.
Es dentro del hogar donde se llevan a cabo infinitas formas de comunicación y de integración. En la vivienda se encuentran elementos culturales que permean hasta la misma realización de las necesidades básicas. Por ejemplo, el acomodo de los muebles, normas de comportamiento y de supervivencia.
Así también, la tradición oral, los saberes colectivos, el sentido de pertenencia, la planeación urbanística que procure el tejido social, son factores que deberían estar implícitos en el diseño de los espacios que se habiten, y más importante, los que el gobierno ponga a disposición de la población. Ignorar estos factores pareciera intentar caminar por el camino más “práctico”, pero trae resultados catastróficos, en los que los recursos se desperdician brutalmente y se intensifican las desigualdades.
Nuevas políticas públicas.
A finales de 2020 se impulsó una nueva reforma al INFONAVIT en la que destacan 3 puntos principales.
- La adquisición de un terreno.
- La autoconstrucción acompañada de una guía básica y técnica para los principales aspectos a tomar en consideración.
- La compra de una casa de segunda mano.
También pone a disposición a través del SIESCO diversos manuales que ofrecen recomendaciones prácticas para la autoconstrucción de una vivienda sustentable que pueda adaptarse al clima de las diferentes regiones del país.
Estas nuevas modalidades representan buenas noticias en cuanto a vivienda se refiere, pues ofrecen al ciudadano una mayor cantidad de posibilidades a la hora de adquirir y construir una vivienda. Así como la apertura para explorar nuevas opciones que puedan estar más arraigadas a su entorno y respondan de una forma más fiel a la esencia de cada persona.
REFLEXIONES
Considerar a la vivienda como un número o como un producto es peligroso en todas las escalas. Por el contrario, ésta debe ser parte fundamental de la agenda de profesionistas del sector inmobiliario y de la construcción. Es por esto que se deben planear e implementar soluciones para que acceder a la vivienda digna y decorosa sea una realidad para todas y todos. En la Maestría en Arquitectura, Diseño y Construcción Sostenible se explora la dimensión socioambiental de la vivienda y se plantean preguntas que detonan soluciones para esta y otras problemáticas.
AUTORÍA
Escrito por Daniela Meléndez, estudiante de la Maestría en Arquitectura, Diseño y Construcción Sostenible, generación 2024.
Las opiniones incluidas en este artículo son responsabilidad de quien las escribe, y no reflejan la postura, visión o posición de la Universidad del Medio Ambiente.