Desafío latinoamericano de turismo sostenible
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noviembre 9, 2020Por Natalia Tavera Daza
Es como Vicente Ferreyra, Docente de la Maestría en Turismo Sostenible y Director de Sustentur, inicia su TedxCancún. Aunque su charla fue en el 2018, sigue siendo vigente el llamado de atención a las formas como viajamos, interactuamos con las comunidades que visitamos y el impacto que generamos en los destinos.
Su invitación a pensar en el último viaje que hice, con quién me relacioné y qué problemas ambientales existían en el lugar que visité, me llevó a pensar en mi 2019. Qué año de frenesí y movimiento que, comparado a 2020, fue el año de los viajes. Empecé en Puerto Vallarta, Jalisco, y a finales de Enero ya estaba en Valle de Bravo en la UT 0 de la Maestría en Turismo Sostenible, sin saber que me cambiaría la vida para siempre, para luego salir a la Huasteca Potosina y Aguascalientes.
Estuve también en Colombia, ascendí el Nevado de Toluca, dormí en la casa de un productor mezcalero en Miahuatlán de Porfirio Díaz en Oaxaca, exploré haciendas cacaoteras en Tabasco, descubrí por primera vez la magia de Xochimilco. Tomé dos vuelos trasatlánticos para trabajar en Arusha, viajé por las tierras Masai de Tanzania y pasé mi cumpleaños ascendiendo la Montaña Mesa en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Bucee los arrecifes de Cozumel, cené en lugares extravagantes en Guadalajara y fui Monterrey por primera vez. Volé a Sevilla donde pude cumplir mi sueño de visitar el archivo de Indias y me intimidé en un bailongo de flamenco en una cueva en Granada. Regresé a Bogotá para pasar navidad y terminé el año en Puerto Escondido. Además de ello, me mudé a Ciudad de México y visitaba Acatitlán en Valle de Bravo cada dos meses para asistir a mis talleres presenciales de la Maestría.
Me parece inverosímil estar recapitulando mi movimiento del año pasado, pero gracias a la invitación de Vicente, me di el tiempo para hacerlo…. Y si que lo agradezco. Con ello me puedo dar cuenta de la forma que vivía mi vida y comprendía el turismo, entendía los viajes a través de los estímulos externos y el movimiento. Fue tal el frenesí, que no terminaba de desempacar cuando ya estaba tomando un vuelo hacia otro destino. Y es justo uno de los puntos a analizar. ¿Qué huella estoy dejando cada vez que hago uno de mis viajes?
La pandemia, la cuarentena y Covid-19, me llevaron a cambiar radicalmente mi estilo de vida. No solamente se pausaron mis viajes de trabajo, sino también hábitos de una vida poco sostenible en la que no había mucha coherencia con lo que estaba estudiando. Estar en casa (mi primera en años) me ha llevado a reflexionar sobre el tipo de turismo que quiero hacer y la vida que busco construir.
Más que estímulos externos ahora viajo para conectarme conmigo misma y con el entorno, además de buscar generar el mayor beneficio posible. Ahora más que nunca, creo en el poder que tenemos como agentes de cambio, de enfocarme en desarrollar un proyecto que genere impactos socioambientales y ver cómo enfoco mi tiempo y esfuerzo en conservar los ecosistemas coralinos de la Isla de Cozumel.
A dos meses de terminar la Maestría en Turismo Sostenible, tengo emociones encontradas. Tanto por que sea el final, como porque será un nuevo comienzo laboral y personal. Hoy me siento agradecida con la UMA, con la gente increíble con la que he podido crecer y por estar formándome para hacer una contribución al desarrollo sostenible a través del turismo.
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“Las opiniones expresadas en este artículo son exclusiva responsabilidad de los actores y pueden no coincidir con las de la Universidad de Medio Ambiente”