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julio 7, 2023El manejo integrado de plagas (MIP) en la agroecología es una práctica que busca conciliar el entorno ecológico con la producción de alimentos. En otras palabras, se busca generar sistemas productivos más sustentables. El presente artículo expone algunos tipos de manejos integrados de plagas y sus bondades y ventajas para las y los agricultores.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define al manejo integrado de plagas (MIP) como un mecanismo amplio de instrucciones, manejos y conocimientos que se emplean para enfrentar una enfermedad fitosanitaria. Todo lo anterior, desde una perspectiva en la que se prioriza el combate y control por encima de la erradicación.
De esta manera, el manejo integrado de plagas plantea estrategias prácticas formuladas desde ciencias como la química, la biología y la física, pero también prácticas culturales en el manejo de los cultivos[1]; todo con la finalidad de que las producciones, por un lado, se sustenten bajo un marco de cuidado del medio ambiente, y que por el otro, se fortalezca la resiliencia de dichos sistemas agropecuarios (FAO, 1996).
Una de las ventajas que ofrece a las y los productores ─a diferencia de las soluciones químicas y de erradicación de los actuales plaguicidas y herbicidas en el mercado─, es que el MIP se basa en el cuidado del ecosistema. Por ello, se considera el sistema agrícola y fortalece pilares como la biodiversidad, la ecología y la sustentabilidad de los servicios.
Por lo tanto, el manejo integrado de plagas ofrece una amplia gama de soluciones con un enfoque más integrativo, en el que se toma en cuenta tanto a los factores económicos, como a los sociales y ambientales.
Problemáticas actuales en los sistemas productivos agrícolas
Actualmente, los sistemas agroalimentarios enfrentan diversos cambios que están gatillando situaciones adversas, y ante los cuales, muchas veces, no se encuentran lo suficientemente preparados para sostenerse en el tiempo como lo venían haciendo de forma regular en las últimas décadas (Porter et al, 1991).
Por ejemplo, el clima, el aumento de las temperaturas o las fluctuaciones extremas en diferentes latitudes se han convertido en un factor importante en la alteración de la dinámica de las poblaciones de plagas.
De hecho, algunos investigadores creen que, si el promedio de temperaturas mínimas en invierno continúa aumentado gracias al cambio climático, ciertos insectos plaga, enfermedades y malezas podrían sobrevivir e incluso reproducirse con mayor frecuencia (Nicholls et al, 2017). Debido a esto, no es una sorpresa que cada vez sea más difícil alcanzar los rendimientos obtenidos hace unos años por el manejo de plagas.
Los factores antes mencionados, así como la aparición de nuevas plagas y el continuo incremento en la inversión económica para sostener el manejo fitosanitario tradicional (es decir, los tratamientos químicos y erradicación) hacen del manejo integral de plagas la mejor alternativa para la actual situación a nivel mundial, y en la cual la agroecología sirve como un gestor primordial para su correcta articulación e implementación en la práctica.
De ahí que la transición hacia modelos de producción agroecológicos puede ayudar a amortiguar los efectos del cambio climático y sus respectivas consecuencias dentro del manejo de plagas en los cultivos.
Ventajas ecológicas del MIP
El manejo integrado va más allá de únicamente controlar las plagas y enfermedades de los agroecosistemas en virtud de alcanzar los rendimientos esperados; implica fortalecer la conservación de recursos como el agua y el suelo, así como sustentar los roles ecológicos que prestan dichos servicios.
Así, al priorizar el equilibrio, se beneficia el rol ecológico que cumple la biodiversidad de especies, potencializando los servicios que presta a los agroecosistemas. Algo muy distinto a la completa erradicación ─que es el servicio que hoy en día ofrecen los controles químicos de plaguicidas y herbicidas─, en la cual se elimina a grupos funcionales que brindan resilencia y adaptación a las adversidades del cambio climático, terminando por servir un despropósito al sistema (Altieri y Nicholls, 2013).
Es sabido que la biodiversidad de especies como malezas e insectos juega un papel primordial en la respuesta de todo el sistema a las perturbaciones bióticas o abióticas (Altieri y Nicholls, 2004). La polinización, por ejemplo, es otro de los servicios que se ve beneficiado con la implementación del MIP en un sistema, ya que, al evitar aplicar plaguicidas nocivos de amplio espectro, se ayuda considerablemente a la sobrevivencia de poblaciones de insectos polinizadores.
Por otra parte, al evitar utilizar el uso excesivo de agroquímicos, es posible disminuir sus residuos no solo en los cultivos, sino también en recursos como el agua y las capas subterráneas, ya que un alto porcentaje de las aplicaciones termina escurriendo al acuífero, contribuyendo a contaminar los cuerpos de agua de manera progresiva y acumulativa.
Ventajas económicas del MIP
Otra función no menos importante, es tanto la reducción de insumos básicos. Con una diversa gama de prácticas se pueden reducir los costos productivos. Por ejemplo, al rotar los cultivos se reducen las plagas y enfermedades y disminuyen los costos asociados a la producción de alimentos.
Por lo que, así la producción se vuelve más sustentable con el medio, sostenible en el tiempo y económicamente más viable. Porque se van requiriendo menores aplicaciones y compra de insumos. Lo anterior, se traduce en una mayor accesibilidad económica para la agricultura familiar. Ya que, finalmente, se elevan los ingresos a favor del mismo desarrollo local.
Ventajas culturales y sociales del MIP
Finalmente, otra función que brinda el MIP, es el incremento en los conocimientos de los productores y productoras. Al ser una práctica se requieren diferentes enfoques orgánicos (cultural, químico, biológico y físico). Porque estas prácticas nos invitan a entender y aprender mucho más sobre el cultivo y el medio en donde se encuentra inserto. Y, así, permitir a los productores relacionarse y conectarse más en profundidad con todo lo que implica producir sin perturbar al medio ambiente (Folke, 2006).
De igual forma, permite a los agricultores ser agentes participes y activos en las tomas de decisiones y el uso correcto de conocimientos en el sistema; conocimientos que son desapercibidos en el manejo tradicional de plagas y enfermedades, el cual se enfoca únicamente en erradicar.
Conclusión
La agroecología propone el manejo integrado de plagas como una solución a las problemáticas fitosanitarias. Ya que se busca el sustento ecológico y sostenible y también beneficios sociales y económicos (Nicholls et al, 2017).
Un sistema en equilibrio y biodiverso es capaz de generar una mayor resiliencia a los efectos del cambio climático que de alguna u otra manera se hacen presente con mayor frecuencia e intensidad en los sistemas agropecuarios en todo el mundo.
Escrito por Melisa Navarrete Yáñez estudiante de la maestría en Agroecología y Sistemas Alimentarios Regenerativos, generación 2022.
Editado por Mariana Sandoval Ávila estudiante de la maestría en Agroecología y Sistemas Alimentarios Regenerativos de la generación 2022.
[1] Algunos ejemplos de Manejos integrado de plagas son: el control mecánico de malezas y banco de semillas; el control de plagas con depredadores biológicos; la fabricación de insumos con especies repelentes de plagas como chile, ajo y levaduras; así como la rotación de cultivos para disminuir la incidencia de enfermedades.
Referencias bibliográficas
Altieri MA, Nicholls CI. 2004. Biodiversity and pest management in agroecosystems. Second edition. New York: Haworth Press.
Atieri MA, Nicholls CI. 2013. The adaptation and mitigation potential of traditional agriculture in a changing climate. Climatic Change DOI 10.1007/s10584-013-0909-y.
FAO (1996). Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. 13-17 de noviembre de 1996, Roma (Italia). Roma, FAO. Disponible en: https://www.fao.org/3/X2051s/X2051s00.htm
Folke C. (2006). Resilience: the emergence of a perspec-tive for social ecological systems analyses. Global Environmental Change 16: 253-267.
Nicholls, C. I., Henao, A., & Altieri, M. A. (2017). Agroecología y el diseño de sistemas agrícolas resilientes al cambio climático. Agroecología, 10(1), 7–31. Recuperado a partir de https://revistas.um.es/agroecologia/article/view/300711
Porter JH, Parry ML, Carter TR (1991). The potential effects of climatic change on agricultural insect pests. Agricultural and Forest Meteorology 57(1-3): 221-240.
Las opiniones incluidas en este artículo son responsabilidad de quien las escribe, y no reflejan la postura, visión o posición de la Universidad del Medio Ambiente.