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Sobre la arquitectura participativa leí esto: “me gustaría que mi arquitectura tuviera alas para volar en el cielo de la realidad. La arquitectura debe ser un canto a la vida, el canto de los que la habitan, porque lo más hermoso es que el proyecto salga de la gente” Oscar Haggerman.
Entonces comprendí, que desde la arquitectura participativa, hay un mundo arquitectónico-social latiendo. Soy una apasionada de los temas donde convergen un sinfín de elementos, sobre todo aquéllos del hábitat humano que privilegien la armonía con el lugar.
Arquitectura participativa y el habitar
Por lo tanto, llegué a Acatitlán, Valle de Bravo para construir hermosas casas de adobe y entré a la UMA con ganas de encontrar ¨recetas¨ para volverme una desarrolladora de eco-aldeas sumamente atraída por la bioconstrucción.
Sin embargo, el acercamiento que tuve con la bioarquitectura -a través de la maestría de proyectos– me permitió también asomarme a la complejidad del tema de la arquitectura participativa y del habitar desde un enfoque multidisciplinario.
Diseños participativos en arquitectura
De lo primero que aprendí en los diseños participativos es que las personas arquitectas no lo deciden todo, sino que forman parte del colectivo de decisiones y factores propios del lugar, y que su rol es también fomentar el respeto por el habitar. Desde una visión integral, la arquitectura participativa es “un proceso socio-cultural de auto-gestión colectiva que hace valer el derecho a vivir en una vivienda y un ambiente que permitan el desarrollo de una buena vida”.
Riqueza biocultural para el habitar
Observar el habitar en comunidad con un enfoque “socioambiental” me introdujo al concepto de la riqueza biocultural del lugar.
Ahora bien ¿Qué es la riqueza biocultural en la arquitectura participativa? “Colaborar en el mejoramiento de las condiciones de vida y el habitar de las comunidades rurales de nuestro país, así como en el rescate y fortalecimiento de la memoria territorial, a través de procesos participativos integrales que fortalezcan los saberes locales, la autonomía, el intercambio de saberes y la resiliencia, reconociendo siempre a los habitantes al centro de los procesos y la toma de decisiones” Taller Comunal 2022. (Comunaltaller.com, 2022)
Responsabilidad social para el habitar
Construir bio-arquitectónicamente implica diseñar el hábitat considerando los corredores biológicos, las especies autóctonas, la orientación solar, energía, la pluviometría, el acceso a ríos, materialidad y cuerpos de agua, pero también observar a la gente:
- Observar la relación que establece el habitante con las características del lugar, permite identificar la relevancia de la multifactoriedad que nos lleva a disfrutar la vida cotidiana, aprovechando y siendo responsables del uso de los recursos naturales.
- Observar los pequeños actos cotidianos, la implementación de saberes tradicionales y la cosmovisión de la totalidad en la que habitamos, crea sinergias y ciclos de retroalimentación positiva para co-crear abundancia y bienestar.
Responsabilidad personal para el habitar
- Percibirnos como parte del socioecosistema da sentido para generar relaciones sanas con seres humanos, con una misma y el medio ambiente.
- Así mismo, reconocerse parte de un ecosistema cambiante y adaptativo donde es muy valioso cuidar las acciones humanas, promueve el bienestar para el florecimiento del lugar.
Florecimiento del lugar
Todo esto, me llevó a entender que en la arquitectura participativa, los procesos humanos y la sostenibilidad están íntimamente relacionados y me llevó a concluir que florecer y habitar en comunidad es responsabilidad de todas y todos, para así encontrar el máximo potencial desde cada una de las partes y del ecosistema.
Conocer más sobre el habitar en la arquitectura participativa, me hace cuestionarme sobre la importancia de cómo hacer un tejido social que fomente el co-diseño de la construcción continua de la comunidad y así florezca el lugar.
Tejido social
Pienso en esta idea: “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma” de Jiddu Krishnamurti.
Entonces ¿Por qué seguir habitando como sabemos que no es sostenible en el tiempo y que nos intoxica? ¿Cómo el habitar en comunidad puede ayudarnos a generar bienestar? ¿Cómo podemos co-diseñar modelos de habitar para florecer en comunidad?
Escrito por Mónica Tostado Mónaco (estudiante de la Maestría en Proyectos socioambientales 2022)
Estudiar la maestría de proyectos socioambientales me ha facilitado un visión multidisciplinaria. La tesis en co-diseño Tejiendo casas es la integración de disciplinas, sueños y alcances fomentando el bienestar interrelacional para ooder florecer y construir en comunidad.
Tengo más de 7 años investigando el comportamiento humano, y el significado de bienestar, bien vivir, vivir en comunidad desde la licenciatura en psicología y homeopatía. Seguido por unos años de licenciatura en Arquitectura… psicología junguiana, cursos de permacultura en Proyecto San Isidro, Bosque de niebla, Ashrams, woofers y más. Soy parte de una ecoaldea de 30 casas llamada “Teopantli Kalpulli Ac”. Comunidad pionera en Jalisco con más de 35 años de búsqueda del florecimiento del lugar, donde se busca continuamente formas de habitar, de constituir, de sembrar, de gobernanza y mucho más pero no necesariamente ha llegado a donde los fundadores visionaron.