Actualmente los modos y formas en que se gestiona el agua en la mayoría de los centros de población ponen de manifiesto que es un recurso indispensable para la subsistencia y el desarrollo, además de que en función de esté bien ambiental podemos conocer la calidad de vida de las personas y el nivel de acceso que tienen a higiene, salud, desarrollo y alimentación.
Históricamente podemos ver que las ciudades han sido dependientes de las fuentes de abastecimiento de agua y en función de la disponibilidad de está podemos ver el progreso de civilizaciones, incluyendo en este caso la que representa con mayor fuerza el pueblo mexicano que son los aztecas con Tenochtitlán; esta ciudad se encontraba dentro de un lago y su modo de vida dependía en su totalidad del agua.
Los alimentos de Tenochtitlan provenían en gran medida de los cultivos en chinampas que se desarrollaron en la hegemonía del imperio azteca, mismos que alcanzaron la tasa más alta de productividad agrícola en Mesoamérica en la época.
Cosmovisión
Aunado a lo anterior la cosmovisión prehispánica determino en gran medida la relación de la civilización azteca con la naturaleza y estableció dinámicas sustentables de aprovechamiento de los recursos naturales, tales como el manejo de los residuos de Tenochtitlan que eran manejados de formas que permitían ser utilizados como abono y fertilizante en las chinampas para la producción de alimentos.
La colonización del imperio azteca trajo consigo nuevas formas de gestionar los recursos naturales adquiridas en su mayoría por la asimilación de las formas europeas de relacionarse con la naturaleza, en las cuales destaca el dominio y aprovechamiento de los recursos más allá de su valor cosmológico.
Los antiguos diques y canales que se utilizaban por el imperio azteca para alimentarse y transportarse se han vuelto canales de aguas negras en la modernidad y ante ello, han sido ineficaces los instrumentos tecnológicos y regulatorios para gestionar sustentablemente el recurso hídrico, poniendo a nuestra actual civilización en jaque ante la escasez de agua en los centros poblacionales como lo ocurrido en este año en Monterrey.
Sociedad actual
La civilización actual vive de forma acelerada las dinámicas económicas que han fomentado la apropiación de los bienes de acceso abierto, siendo el agua uno de los bienes que mayor conflictividad ha generado y cuya gestión a nivel internacional sigue siendo en detrimento de los ecosistemas.
El tema ha sido abordado a nivel internacional en los Objetivos del Desarrollo Sostenible, estableciendo metas bastante ambiciosas que aún no se reflejan en la realidad en nuestro país y que siendo responsables socialmente se tendrán que abarcar desde un paradigma diferente de relacionamiento con el agua.
Créditos de imagen, Leonel Becerril.
Este cambio de paradigma constituye una evolución cultural que surja desde la toma de consciencia de nuestros impactos individuales y que genere acciones individuales que fomenten una mejor gestión de los recursos, siendo el agua un pilar fundamental para establecer un desarrollo sustentable en todos sentidos.
Para generar este cambio es necesario entender que el medio ambiente y especialmente el agua son parte de nuestra vida y se debe buscar la preservación y regeneración de los cuerpos de agua, incluso regresando a las técnicas ancestrales de gestión del agua y de los residuos.
Partiendo desde el entendimiento, se sabe que existe una serie de dilemas actualmente sobre el efecto que podemos generar mediante las acciones individuales y las acciones colectivas (corporativas, gubernamentales, económicas, etc.).
Así como esté dilema surge también aquel entre donde se puede generar un mayor impacto en el mejoramiento de medio ambiente, es decir, sí es en entornos rurales o urbanos; y finalmente podemos ver también estos dilemas en la adopción de soluciones mediante la incorporación de alternativas tecnológicas o mediante el retorno a modos más simples de vida, por lo cual puede considerase que se sufre de un señalamiento reciproco entre los diversos actores y no las suficientes acciones de cambio entorno a los problemas socioambientales.
Conclusiones
Todos podemos incidir de distintas formas, desde la clasificación de nuestros residuos, buscar ahorrar el agua con una tina previo a que se calienta el baño, cambiar por un baño seco nuestra actual taza de baño, compostar nuestros residuos domésticos, entrar en los ciclos de economía circular en nuestros modelos de consumo, producir nuestros alimentos, o bien divulgando y compartiendo nuestros esfuerzos para que se repliquen en nuestra sociedad.
La invitación es a hacer lo más que nos sea posible como individuos y en nuestras diversas relaciones sociales para mejorar nuestro entorno, puesto que no hay esfuerzo que no cuente y cada gota que se ahorra, cada árbol que se siembre y cada especie que se salva representan a futuro el mayor legado de nuestra generación.
El cambio que se promueve es imitar en lo máximo posible aquellas técnicas que fomenten la sustentabilidad en nuestra vida diaria, rompiendo nuestras estructuras actuales de pensamiento y relacionamiento con el agua el medio ambiente.
Escrito por Leonel Becerril Valdés, estudiante de la Maestría en Derecho Ambiental y Política Pública.
«Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Universidad del Medio Ambiente»
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Referencias
Curiel, E. D. (2006) Facultad de Derecho. Seminario de filosofía del Derecho. Tesis. UNAM
Martínez Ruiz, J. L. (2004). Manual de construcción de chinampas.