La Ruptura Epistemológica durante el desarrollo de mi labor como educadora ambiental
julio 25, 2023Redefiniendo la sostenibilidad: del decir, al ir siendo
julio 26, 2023La presente, es la segunda de cuatro entregas (2/4) que busca reflexionar y redefinir la sostenibilidad de manera práctica, desde los aprendizajes y experiencias obtenidas en la Maestría en Proyectos Socioambientales de la Universidad del Medio Ambiente
La sostenibilidad es una práctica que cuenta con una diversidad de manifestaciones. Su diversidad de expresiones es su fortaleza.
Sin embargo existe una tentadora necesidad de estandarizarlo todo. El tema es, que la sostenibilidad para acoplarse a los sistemas de vida, requiere flexibilidad, variabilidad y resiliencia, pero sobre todo ser diversa.
Al mismo tiempo, y por más diversa que sea, hay puntos en común donde podemos encontrar espacios para practicarla en grupo. Porque la personalización de las prácticas de sostenibilidad, si bien, va a variar de persona a comunidad, también tiene sitios comunes para explorar en colectivo. La sostenibilidad es una pregunta en constante transformación que nos coloca en espacios comunes que conectan nuestras diversas formas de vivir para sostenernos y cuidarnos.
Dicho esto, el reto se encuentra en hallar los territorios comunes para trabajar en colectivo la sostenibilidad. Porque no es posible hacer una práctica real de la sostenibilidad sin tomar en cuenta la interconectividad que nos une a todos.
En resumen, significa que la única manera de encontrar un territorio común para practicar la sostenibilidad es precisamente viviéndola desde aquello que todo ser vivo comparte: nuestra naturaleza vulnerable.
Sentir para conectar. Por Mitzi González. 2023
Sentir para conectar:
En el momento de traducir los pensamientos en acciones concretas, comenzamos a interactuar con el mundo. Esas creencias sujetas a visiones o narrativas que tenemos se reflejan en esta experiencia de contacto con el otro. Es en nuestra sensibilidad y en una visión alineada a explorar la sostenibilidad que encontramos un espacio común para conectar con otros sentires, pensares y saberes.
De acuerdo con Brene Brown, autora del libro “El Poder de la Vulnerabilidad” define la vulnerabilidad como “como incertidumbre, riesgo y exposición emocional. Sin embargo, también menciona que es el lugar donde nace el amor, la pertenencia, la alegría, el coraje, la empatía, la responsabilidad y la autenticidad”.
El territorio compartido para trabajar esa sostenibilidad, está en nuestra capacidad de sentir. Como seres vivos, reconocer nuestra sensibilidad nos ayuda a interpretar el mundo y esas interpretaciones nos ayudan a elegir acciones y pensamientos para interactuar con él. Elegir interactuar desde un posicionamiento que pone en el centro la vida y acepta las diversidades en la sostenibilidad, es la oportunidad para atender también lo que sentimos.
La vulnerabilidad como territorio para conectar:
Encontramos que el inicio de un trabajo activo hacia integrar la sostenibilidad como una práctica de nuestro ir viviendo suele ser el dolor que nos genera ver esta escasez de armonía con el entorno. La desesperanza que puede venir acompañada de rabia, apatía, dolor o hartazgo es una oportunidad de encuentro de sensibilidades.
Consideramos que sentir miedo y dolor son aspectos que cualquier ser vivo ha experimentado. La capacidad sensible es un espacio generoso en el que al sumergirnos, podemos conectar de una forma más profunda con otros seres vivos.
Desear la transición:
Practicar la sostenibilidad encuentra sus puntos en común, en aquello que inició el movimiento hacia ello. Generalmente puede ser esta sensación de incomodidad o de inconformidad con el propio estilo de vida o el de otros, o hacia las consecuencias generadas por el deterioro ambiental.
Como menciona Herrero (2013), para que esta civilización evolucione requiere desear la transición. Esto significa que tiene que desear integrar a su vida formas más sostenibles de vivir. Se debe partir de reconocer la sostenibilidad como la vía para seguir siendo vida. Es decir, debe surgir desde nuestra propia libertad y autonomía elegir la sostenibilidad.
La sensibilidad de la vulnerabilidad:
Antes de llegar a eso, empecemos por la apertura, por el territorio común de inicio: nuestra sensibilidad. Esta capacidad de sentir el dolor que nos genera nuestras actuales formas de vivir. Ahí en nuestra agencia individual encontramos el dolor y una necesidad que nos empuja a sanarlo. Por lo que es el deseo de transicionar a formas más armoniosas de estar siendo en vida, la que nos conduce a tomar un posicionamiento ético político donde comenzamos a repensar, de manera muy frecuente en este asunto, y por lo tanto tomar acciones que funcionen como piedra angular para reiterar nuestra práctica de la sostenibilidad.
Herrero (2013) menciona en las Miradas Ecofeministas…. que “lo individual también es político”. Nuestra capacidad de reconocer los sentires y con ello el dolor puede conducirnos a querer anestesiar ese dolor, o bien, desde un sitio de libertad y agencia hacía querer sanar.
El reto compartido es sentir ese dolor, sin caer en la tentación de anestesiarlo, y con ello encontrar la fuerza para hacer las transiciones que necesitamos.
Al movernos para iniciar la búsqueda de sanar nuestra relación con el medio que nos rodea, encontraremos que también sanamos nuestra propia relación interna.
Reconocer que las emociones de desesperanza son un territorio común para practicar la sostenibilidad. Se trata de compartir la dificultad, la incertidumbre, la rabia digna, la urgencia y la incomodidad.
La incomodidad que nos mueve a sanar:
Cualquier practicante de sostenibilidad, por definición entonces, estará en los límites de la incomodidad pues ahí es donde, a modo de indicador, entenderá mejor su relación con el mundo y con ello los ajustes que quiera hacer en el camino. No es posible practicar la sostenibilidad sin permitirse sentir.
Entonces, el territorio común que encontramos es la sensibilidad con énfasis en aquellas sensaciones que pueden ser difíciles de digerir. La incomodidad, el error, la desesperanza y las brechas entre lo que queremos ser y lo que vamos siendo pueden ser espacios de innovación. Nos ayudan a iterar en el camino de la práctica de la sostenibilidad. Es vestirnos de fisuras, celebrar nuestras grietas y compartir con otros un camino que está íntimamente interconectado.
La sostenibilidad se practica desde su totalidad, reconociendo nuestra vulnerabilidad y por ende nuestra capacidad de sentir como espacios comunes para descubrir las manifestaciones diversas del acto de vivir.
La valentía de elegir ser vulnerables:
A partir de esas grietas que encontramos existe la oportunidad de iniciar una búsqueda desde la libertad y dignidad hacia lugares que nos puedan sanar. Hay libertad en ese instante en el que elegimos una y otra vez el valor de sentir y aceptar nuestra naturaleza vulnerable.
El territorio común entonces es ese momento donde diferentes practicantes eligen la valentía de ser vulnerables para transitar hacia formas más amorosas de estar siendo vida. Es decir, que en la práctica de la sostenibilidad, encontramos la oportunidad común de honrar nuestras vulnerabilidades desde espacios de valentía, y libertad para movernos hacia lugares más armoniosos de vivir con el ambiente y los otros.
Eso digo ahora, tal vez mañana cambie de opinión, pero por lo pronto, ¿Qué diferencia hace para ti leer esto?
Bibliografía:
- Herrero, Y. (2013). Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible. Revista de Economía Crítica.
- Mies, M. (1993). El mito de recuperación del desarrollo . Ecofeminismo: Teoría, crítica y perspectivas. Instituto de la Mujer. Barcelona
- Brown, B. (2016). “El poder de ser vulnerable” Urano: México
Escrito por Mitzi González, estudiante de la Maestría en Proyectos Socioambientales por la Universidad del Medio Ambiente, ubicada en Acatitlán, Valle de Bravo, México