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marzo 24, 2025Reconocer cómo ha evolucionado nuestra trayectoria profesional implica mapear las experiencias que nos han marcado para llegar hasta donde estamos. Los momentos dulces, agríos y salados que han formado un perfil que nos desenvuelve en el mundo laboral, pero también como personas.
Gracias a todas las experiencias y la formación profesional que lo complementa, es que he escrito el siguiente manifiesto. Este pretende ser luz para marcar una postura ética – pedagógica en mi facilitación como profesionista de la educación socioambiental, pero también en todo acompañamiento que involucra poner al centro la vida.
Este año ha sido de movimientos: de finalizar contratos y trazar nuevos caminos profesionales gracias a la Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad. Es por ello que, sabiendo que el barco zarpaba a la aventura de mar abierto, decidí escribir este manifiesto que sirviera de faro para decidir el camino que quiero seguir profesionalmente.

Fotografía tomada por el “profe Belén Alonso”, 2022. Clases de inglés para la escuela rural de la comunidad de “Las Placitas”, parte de la Coordinación de Educación de Playa Viva.
Entre el mundo de opciones y de bendecidas oportunidades, ha tocado el aprender a decir “no” y optar por aquello que construye el perfil profesional que sí quiero seguir. No obstante, la ternura y la amabilidad deben hacerse presente para confiar en el proceso. Agradezco el pasado, reconozco la postura de quien soy en el presente, y trazo el futuro.
Si bien no es la finalidad, espero que otras personas puedan encontrar en este escrito alguna luz que también guíe sus caminos en favor de una pedagogía por el cuidado de la vida, pero también de cualquier otra interacción con la viviente y el lugar que habitamos. Reconociendo que, como dice Ranciere (2007): «todo está en todo», y la sociedad y nuestro trato medioambiental son reflejo del corazón del ser humano.
Manifiesto de la facilitación socioambiental

Fotografía tomada por Miguel Corral, 2016. Cierre de ciclo del grupo juvenil “ads Garibaldi 2015-2016”.
1 – La educación es en y para la vida
Recuperar el sentido social de la educación, reconociendo que esta debe ser para la vida y para la construcción de una mejor sociedad (Battle, s.f.).
2 – El acompañamiento y la presencia son pilares
Aprendemos en y para la comunidad, por lo que el acompañamiento y la presencia son clave para cuidarnos y descubrir el mundo.
3 – Educar es imitar y respetar el proceso natural de aprendizaje
El kairós, a diferencia del kronos, es el momento espontáneo, el que no se puede prever ni se planea (Mélich, 2010). Cada proceso de aprendizaje es personal y toma su tiempo; querer acelerar los procesos naturales es una alteración de la vida.
4 – El espacio también educa
Es preciso, ante ello:
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Diseñar programas educativos llevando de referencia un espacio libre y abierto.
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Reconocer los espacios que nos oprimen para poder resignificarles y liberarnos.
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La necesidad de recuperar la memoria y aprender a habitar el lugar.
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Si la educación debe ser liberadora, los espacios deben conducirnos a ella: una libertad para ser, conocer, convivir y aprender.
5 – No se cuida lo que no se conoce
Partiendo de la idea de que todo está en todo (Ranciere, 2007), es preferible recuperar los elementos del entorno y momento que vivimos para situar los aprendizajes y que su utilidad y significado se vea en la inmediatez.
6 – La comunidad que coopera y cuida, sobrevive
La vida es primero, y el compromiso de unas personas con otras en el entendido de que tenemos el derecho de ser cuidados y el deber de cuidar, es la base del sistema de supervivencia.
En el sistema de capital que vivimos, la competencia, producción y extracción son los pilares. El giro que propone el ecofeminismo es centrarnos en la cooperación y cuidado, antes que la competencia; valores que podemos ver en la naturaleza y en las relaciones catalogadas comúnmente como maternales (Herrero, 2013).
7 – No existe una jerarquía de inteligencia
Alguien que se reconoce en constante aprendizaje, que no lo sabe todo, y que opta por decisiones democráticas, es más transparente para guiar comunidades de aprendizaje. En el reconocimiento de que no existe una jerarquía de inteligencia, se fomenta la confianza y se emancipa a las y los sujetos que aprenden (Ranciere, 2007).
8 – La escucha y el respeto comienzan con uno(a) mismo(a)
Educar no es meramente un enfoque de adquisición de conocimientos, sino también de reconocimiento de nuestros espacios, almas y cuerpos.
Educar para la sostenibilidad implica aprender a escuchar y respetarnos a nosotros mismos, para reconocer que cada ser que co-habita tiene sus necesidades de vida.
9 – La comunidad de aprendizaje debe respetar la experiencia
Todas las personas estamos posicionadas desde distintos espacios y niveles de privilegio; si bien mi tarea es reconocer desde dónde me posiciono, como facilitadora puedo partir de abrir el diálogo para que cada persona comparta aquello con lo que vive, la experiencia que nos pasa, y que puede ser respetado y sostenido por el resto de la comunidad de aprendizaje.
10 – El trabajo debe dignificar a la persona
Un mayor sueldo no es directamente proporcional a una mejor vida; pero la justicia social va de la mano con garantizar que las personas se sientan dignas en su sitio de trabajo, reconociendo que el trabajo no es el centro de la vida, pero sí un espacio que nos ayuda a construirnos como sociedad. No olvidar que, así como la educación tiene un sentido social, también el trabajo lo tiene. Las personas son el centro de este.
Finalmente, quiero compartir y concluir con la siguiente frase que marcan el camino ético de la educación (o facilitación, mejor dicho) socioambiental: si los esfuerzos del ser humano no ayudan a rectificar la vida, entonces se vuelven contra éste.
Referencias
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Batlle, R. (s.f.). Guía práctica de aprendizaje-servicio. Santillana Educación, S. L.
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Francisco. (2015). Laudato SI’: Carta encíclica del Sumo Pontífice Francisco : a los obispos, a los presbíteros y a los diáconos, a las personas consagradas y a todos los fieles laicos sobre el cuidado de la casa común. Lima: Paulinas.
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Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.
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Herrero López, Y. (2013). Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible. Revista de Economía Crítica(16), 278-307.
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Larrosa, J. (2006). Sobre la experiencia. Aloma. Revista de Psicologia i Ciències de l’Educació(19), 87-112.
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Mélich, J.-C. (2010). El profesor y el maestro en “La pedagogía del Testimonio”. En J.-C. Mélich, Ética de la compasión (págs. 276-282). Bacerlona, España: Herder editorial.
- Ranciere,J. (2007). El maestro ignorante. Argentina. Libres el Zorzal.
Escrito por Ana Lorena Anguiano Suárez del Real, estudiante de la Maestría de Innovación Educativa para la Sostenibilidad.
“Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Universidad del Medio Ambiente”.