La vulnerabilidad: un territorio común para trabajar las diversas sostenibilidades
julio 26, 2023La restauración ecosistémica en el contexto de la crisis climática
agosto 5, 2023La presente, es una de cuatro entregas (1/4) que busca reflexionar y redefinir la sostenibilidad de manera práctica, desde los aprendizajes y experiencias obtenidas en la Maestría en Proyectos Socioambientales de la Universidad del Medio Ambiente
El equipo:
En el seminario de Fundamentos de Sostenibilidad, decidí hacer equipo con Paty Cuevas, estudiante de la generación 2023 de Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad. La ventaja de tener clases interdisciplinarias es que puedes colaborar con diferentes maestrías.
La tarea:
Nos encargaron una tarea en equipo donde co-escribimos un ensayo titulado “Repensando la práctica de la sostenibilidad: del decir, al ir siendo”. El cual compartiremos por medio de este blog en 4 entregas y de esta manera contarte sobre lo que significa para nosotras la práctica de la sostenibilidad.
¿Qué significa sostenibilidad en la vida diaria? Por Mitzi González, 2023.
El significado:
Realizar esta tarea con mi querida amiga Paty, resultó importantísimo para darme cuenta de lo liberador que es repensarse en compañía. Porque este ensayo, a la fecha, me ayudó a aglomerar un paradigma que me estaba limitando en mi forma de vivir.
Así pues, empezamos con este artículo para iniciar la exploración hacia redefinir la “sostenibilidad”.
Desde lo que hoy somos:
Seguramente ya has escuchado sobre esta palabra: sostenibilidad. Parece monopolizada por una sola definición. Encapsulada a que sólo se trata de “cuidar el medio ambiente”, ser “ecofriendlys”, o trabajar los “objetivos de desarrollo sostenible”.
Sin embargo, puede que esa limitación que le hemos dado al concepto resulte perjudicial para realizar los cambios que hoy necesitamos. Para poder redefinir semejante palabra, debemos empezar desde lo que cada quién es.
Te invito a que nos aventuremos a reconfigurar y aportar otro punto de vista sobre la sostenibilidad. Al iniciar la redefinición de la sostenibilidad, empezamos por ir separando los hilos que nos han hecho narrar la sostenibilidad como una sola entidad fragmentada, estandarizada y que apunta hacia la idea del desarrollo. Para poder hacerlo, tenemos que partir de las ideas, emociones, paradigmas y sentimientos que se encuentran en nosotros mismos.
El pensamiento fragmentado:
Herrero (2013) en el ensayo de “Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible” menciona que, encaminarnos a una cultura de sostenibilidad requiere de reconstruir aquello que nos está condicionando a repetir los patrones actuales de una cultura basada en el dominio sobre la naturaleza y sobre los cuerpos. Es decir, que el pensamiento fragmentado que divide al mundo en dos (dicotomiza), ha facilitado que nuestra sociedad se subordine a la producción económica y esta se desvincule de la vida y la naturaleza.
Producir riqueza se ha convertido en la bandera del progreso al que cualquier sociedad debe aspirar para encontrar la verdadera libertad, igualdad y justicia del buen vivir. Por lo tanto, la producción económica se convirtió en el centro de la sociedad y cualquiera puede aportar con dar su tiempo por un salario, a lo que denominamos trabajo.
Al subordinar a las personas (sociedad) y a la naturaleza (tierra) al capital (dinero) estos se han convertido en entidades (mercancías) que deberán ser explotadas para mantener el progreso económico.
Bosque y ciudad del desarrollo. Por Mitzi González, 2023.
Cuestionar el “desarrollo”:
Un año antes, Mies en 1993 en el texto “El mito de la recuperación del retraso en el desarrollo” propone con urgencia la necesidad de cuestionar el famoso “desarrollo”. Esto porque nuestras sociedades tienen una fascinación por querer sostener ese desarrollo.
“Sostenibilidad” es una palabra que hace alusión a sostener algo, entonces la pregunta que deriva es: ¿qué es aquello que se desea sostener? Pues, precisamente, ha sido en el estándar actual que el “desarrollo” es aquello que vale millones de vidas para sostener.
Sin embargo, las economías de mercado, que apuntan a sostener el desarrollo perpetuamente, demuestran que esto no es equivalente a un buen vivir para todos, pues se sostiene de la premisa que ese desarrollo debe ser a costa de las personas y la naturaleza.
En esos términos económicos, es fácil desvincularse de las personas y la naturaleza porque estos son conocidos como medios de producción que llevan las etiquetas de “trabajo” y “tierra”.
Si le quitas la máscara al trabajo y a la tierra, verás que detrás encuentras el rostro de la gente que trabaja por salarios para poder comprar el “buen vivir” y por otro lado, el rostro de la naturaleza convertida en ríos contaminados, monocultivos o deforestación.
Tal cual “sostener el desarrollo” es la obsesión que está causando la crisis civilizatoria y deteriorando la vida al peligrar su capacidad de continuar como la conocemos.
Lluvia y asfalto. Por Mitzi González, 2023.
¿Sostener el desarrollo económico o sostener la vida?:
Sostener el desarrollo tiene la tendencia de invisibilizar todo aquello que no tiene un precio o puede ser intercambiado por un salario. Nuestro sistema se sostiene basado en el mismo pensamiento que considera a un árbol convertido en un mueble de mayor valor que un árbol vivo.
Es así que los árboles sólo tienen valor en la medida que pueden ser productivos para el mercado. Favoreciendo así, que lo natural convertido en un insumo es más valioso para nuestra sociedad que si está vivo en su hábitat natural.
Así los humanos que son de “mayor valor” pueden aportar a los fines económicos que se han establecido como lo importante. La expresión artística, el cuidado, la filosofía, la reproducción, los saberes ancestrales, el amor, la ética, toman una prioridad menor porque no suelen ser productivos económicamente. Aún teniendo una importante relevancia en la dirección que toma la humanidad son invisibilizados, ignorados o totalmente desconocidos para las economías de mercado.
Es entonces que desde estas narrativas o paradigmas estructurales —como lo son los mitos del desarrollo, el pensamiento fragmentado y la obsesión sobre el desarrollo— que se erige la definición más popular de la sostenibilidad: “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias” (UN citando a la Comisión Brundtland de Naciones Unidas en 1987, 2023).
Este concepto delimitó la agenda mundial y con ello a la palabra “sostenibilidad”. El detalle de esta definición es que se sustenta bajo el paradigma de que lo natural es un recurso y que hay que “cuidarlo” para no perder nuestro derecho a seguir explotándolo en un futuro.
De esta forma, la sostenibilidad que hoy se conoce es un simple accesorio más, como unos lentes o una bufanda que puede portar una nación, sociedad, empresa o persona.
Buscando un nuevo centro: la vida:
El arte de repensar la sostenibilidad requiere de valorar todos los pasos previos que hemos tomado como civilización hasta el momento; y al mismo tiempo, legitimar esa necesidad de transformar lo que antes se conocía para buscar formas que funcionen con la realidad que nos acontece.
Por lo tanto, hay que desincrustar a la sociedad y naturaleza de la esfera económica para darle su propia autonomía y libertad para expresarse (Polanyi, 1944). La economía, el desarrollo y el progreso se colocan en espacios de redefinición para poner en el centro la vida misma.
Hablar de la sostenibilidad como una definición estática y estándar para todos, tan consternada por encajar en el sistema económico actual, es precisamente lo que la limita a explorarse en sus diferentes expresiones.
La sostenibilidad como una pregunta que invita a cuidarnos mutuamente:
DePuis y Ball (2007), mencionan que la sostenibilidad no es un problema a resolver con que se deba encasillar a una sola definición, sino un marco de pensamiento que invita a otras formas de pensar.
Es decir, más que una respuesta, la sostenibilidad es una pregunta que abre la posibilidad a: ¿cómo construir sistemas que ayuden a sostener la vida?
La sostenibilidad para alinearse a algo tan diverso, complejo, interconectado y dinámico como la vida, tiene que tener en sus principios comunes estas mismas similitudes. Así como la vida se adapta a los muchos encuentros que tiene con otras vidas, también la sostenibilidad puede respetar sus procesos autónomos sin perderse en la fusión con otros.
Está claro que redefinir la sostenibilidad no es una respuesta concreta, estandarizada y concisa, sino una pregunta en constante transformación que nos coloca en un territorio común para que nuestros diversos caminos de “estar siendo vida” puedan entrelazarse, sostenerse y cuidarse.
Al menos eso va desde mi perspectiva en estos momentos de mi vida, pero me interesa saber: y tú, ¿qué sentipiensas al respecto?
Bibliografía:
- Herrero, Y. (2013). Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible. Revista de Economía Crítica.
- Mies, M. (1993). El mito de recuperación del desarrollo . Ecofeminismo: Teoría, crítica y perspectivas. Instituto de la Mujer. Barcelona
- (2023). “Sostenibilidad”. Recuperado de: https://www.un.org/es/impacto-acad%C3%A9mico/sostenibilidad#:~:text=En%201987%2C%20la%20Comisi%C3%B3n%20Brundtland,mundo%20que%20buscan%20formas%20
- DePuis, M. y Ball, T. (2007). “How not what: Teaching Sustainability as a Process”. Citas sobre conceptos D.S., Sust., Sost. 2023
- Polanyi, K. (1944). La gran transformación. Foro de Cultura Económica. México
Escrito por Mitzi González estudiante de la Maestría en Proyectos Socioambientales por la Universidad del Medio Ambiente, ubicada en Acatitlán, Valle de Bravo, México
Escrito por Patricia Cuevas estudiante de la Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad por la Universidad del Medio Ambiente, ubicada en Acatitlán, Valle de Bravo, México