Bibliografía
julio 27, 2017Small-scale agroecological farmer network in the Valle de Bravo-Amanalco watershed region
agosto 11, 2017En la Maestría de Innovación Educativa para la Sostenibilidad se organiza una visita anual al CESDER, Centro de Estudios para el Desarrollo Rural, para participar en el Encuentro de Verano y cocrear una comunidad de aprendizaje entre escuelas.
En esta ocasión tuvimos la oportunidad de escuchar y conversar con Armando Bartra, que, con una narrativa cautivadora, compartió sus estudios y experiencias en impulsar la transformación social desde su visión y acción solidaria con el movimiento campesino en México.
Armando abrió nuestras mentes y emociones para adentrarnos en sus historias y vivir a través de sus memorias lo que ha pasado con el campo mexicano, lo que está pasando, y lo que podemos aprender de la vida campesina para llevarlo a cualquier grupo de personas, es decir, a cualquier comunidad. Es impresionante cómo Armando habla de comunidades más allá del concepto de zona rural, comunidades que vivimos todos los días y en todos lados, comunidad en pareja, familia, amigos, escuela, trabajo… en todas nuestras dimensiones. Y es precisamente en hacer comunidad en lo que él vislumbra el futuro, la utopía. Algo esperanzador de cómo utiliza este concepto es que la utopía, si bien podemos planearla y proyectarla como horizonte, es también algo que podemos construir en nuestro día a día, en cómo nos relacionamos los unos con los otros.
Resonancias:
- El miedo es sano si no te inmoviliza.
Superamos el miedo al darnos cuenta de que no estamos solos. La manera de resistir es la acción colectiva. - Los milagros suceden cuando suceden.
En nuestro actuar debemos estar listos todos los días. Uno debe estar preparado para “el milagro” y “la crisis”: las emergencias que pueden ser aprovechadas como potencialidad. - En las diferencias están las riquezas, pero en nuestro caminar nos falta hacer de la diversidad la convergencia. Reconocer nuestras diferencias para nutrir al colectivo.
- La comunidad utópica no está en el porvenir, ni el pasado, la comunidad utópica existe hoy día. Para él, basándose en Marx, esta comunidad está en la vida campesina. No se trata de idealizarla pues no es perfecta, tiene tensiones y roses. Se trata de aprender.
- Los campesinos solos no pueden salvar al campo mexicano. Que los productores encuentren eco en los consumidores.
- No hay que planear la utopía, hay que vivirla. Hacer de la utopía verbo, ¿yo cómo utopío?
- La vida no es una línea recta. La vida tiene forma de raíces, de ramas de grandes árboles.
- La narración queda abierta para expresarse a través del relato como danza, poema, cuento, etc.
Cuchicheos en comunidad
Dentro de una dinámica de conversación en grupos, varios de los participantes compartimos saberes de vida que se movieron al escuchar a Armando y que sin duda tocaron fibras que hicieron cuestionarnos, enojarnos, esperanzarnos y “utopiar”.
¿Cómo surgen las preguntas? Las preguntas no nacen solas… Debemos salir del cubo para hacernos preguntas de la realidad. Llevar la teoría a la práctica o más bien cuestionar la línea divisoria entre teoría y práctica para vivirlas de manera integral porque una no va sin la otra.
- ¿Cómo aterrizar una idea en un mundo tan determinante con obstáculos y retos duros?
- ¿Qué puedo hacer para tocar a mis estudiantes, acercarlos a la realidad y que tomen a la tecnología como un medio de transformación y no sólo de escape o entretenimiento?
- ¿Cómo abrir los ojos para darnos cuenta que hemos normalizado el proceso de exclusión en la educación?
- ¿Qué se necesita para pasar a la transformación en una revolución sin guerra, sin sangre?
- Si no vives cultivando la tierra ¿por qué defiendes el territorio?
- ¿Qué nos une y que nos hace diferentes?
- Si nos atrevemos a soñar es porque vivimos una realidad que no nos gusta.
También en grupo compartimos nuestra conexión con el campo, de dónde venían alimentadas nuestras historias y nuestro sentir para argumentar nuestra fe al pensar que otro campo es posible. Dentro del grupo escuchamos y compartimos todo tipo de historias, unas muy cercanas a la vida campesina, otras no tanto, pero todas con un entendimiento y empatía profunda por la situación.
Durante los dos días que vivimos el Encuentro experimentamos a una comunidad viva, activa y unida. Desde los conversatorios en las sesiones hasta las pláticas lavando loza se podía respirar una atmosfera de confianza, compromiso y lucha. Como bien dice Armando, la comunidad no es perfecta, hay retos que sin duda se presentan, pero pude presenciar cómo es posible enfrentarlos a través de asambleas participativas y espontáneas que originan acuerdos colectivos con acciones específicas.
Uno de los sentires y aprendizajes más poderosos de la visita fue experienciar el vivir como parte de la educación en el Cesder. En este lugar se siente el hacer comunidad, más allá de la teoría y de la reflexión. Podemos pensar mucho sobre la sostenibilidad y la educación, pero si realmente queremos hacer un cambio hacia un futuro regenerativo, tenemos que comenzar a relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza de otra manera. Esto en el Cesder se vive.
Muchas gracias a toda la comunidad del Cesder por abrirnos las puertas y acogernos en su espacio de esperanza.