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octubre 25, 2022Emergencia climática
A principios de la década de los 70’s se estrenó la película Soylent Green, que en español la titularon Cuando el destino nos alcance.
El filme distópico y apocalíptico nos muestra lo que sería el planeta precisamente en el año 2022, en la ciudad de Nueva York: hacinamiento, pobreza, carestía de alimentos y la destrucción del medio ambiente, entre otras calamidades.
Si bien no estamos en el escenario creado por la ficción cinematográfica de hace medio siglo, tampoco nuestra realidad dista de ese futuro sombrío para la humanidad.
¿Cómo llegamos a esto?
Lo peor del asunto es que seguimos sin entender las consecuencias que estamos generando por no atender en su justa dimensión la degradación medioambiental, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Informes sobre la situación del cambio climático y sus consecuencias van y viene.
Cifras y datos danzan en los medios de comunicación, y sirven para adornar con piezas retóricas los discursos de actores políticos y gobiernos de todas las corrientes ideológicas.
Unos para alertar sobre el apocalipsis que nos viene en un futuro cercano y otros para cuestionar el discurso hegemónico del cambio climático.
La declaración de la emergencia climática
Quizá por esa razón es que a partir del año 2016, el marco discursivo dominante se ha centrado en el concepto de emergencia climática.
De acuerdo con LowCarbonCity, la emergencia climática “es el proceso por el cual una autoridad competente declara oficialmente que su institución ha reconocido el cambio climático como una emergencia y apoya acciones urgentes y drásticas para abordarlo”
Una declaración de emergencia climática puede ser declarada tanto por los gobiernos como por las universidades, las empresas y hasta los grupos religiosos.
Declarar una emergencia climática supone crear conciencia en la sociedad; canalizar recursos y asumir decisiones rigurosas; y asumir la urgencia de atender la problemática.
Hasta el año 2020, 1490 gobiernos locales de 29 países en el que habitan 822 millones de personas habían declarado una emergencia climática.
En 2019, 7 mil instituciones de educación superior se comprometieron a ser carbón neutral en 2030 o más tardar 2050; asignar mayores recursos para investigaciones que favorezcan la acción climática; y aumentar los programas de aprendizaje y enseñanza en educación ambiental. (LowCarbonCity, 2020)
México y la emergencia climática
Lamentablemente en México seguimos en la narrativa de la formalidad e institucionalidad sobre el cambio climático.
En lo jurídico e institucional hemos avanzado, pero es insuficiente en las acciones y compromisos concretos en una agenda de acciones climáticas.
Cumplimos, hasta cierto punto, con lo formal pero en realidad no existen compromisos con medidas de adaptación y mitigación contra el cambio climático.
La escasez de agua que se aproxima en los próximos meses a nivel nacional -Monterrey es el primer, pero no el único caso- debería ser el inicio para declarar emergencias climáticas en todo el país.
Si los gobiernos no se atreven, que lo haga la sociedad civil organizada, los activistas ambientalistas y las y los jóvenes de este país. Si no tomamos la responsabilidad en nuestras manos, definitivamente el destino nos habrá alcanzado.
Escrito por Estefania de Garay estudiante de la Maestría en Derecho Ambiental y Política Pública.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Universidad del Medio Ambiente.