Proyectos de la Maestría en Derecho Ambiental y Política Pública
enero 9, 2025¿Qué sucede cuando soñamos en colectivo?
He descubierto muchas cosas que valoro en la Universidad del Medio Ambiente. Esta vez me gustaría contarte sobre unos hallazgos particulares sobre sueños comunes que han hecho de mi trayectoria en la maestría una de las experiencias educativas más valiosas que he vivido.
Empecemos por sentir
Cuando recién entré, recuerdo que nos cuestionaban lo que para nosotros era “ser agente de cambio”. Realmente es una pregunta muy interesante, porque las respuestas con las que te encuentras entre tus compañeros hacen que esa idea se vuelva más cercana y cotidiana de lo que yo solía pensar. Originalmente, yo pensaba que el “agente de cambio” es aquel que actúa y hace cambio, ¿cierto? Mientras más grande el proyecto “mejor” agente de cambio.
Sin embargo, mi idea cambió. La agencia de cambio no empezaba con las grandes acciones que yo pudiera proponer o realizar. Mi capacidad de transformar, de ejercer mi libertad como respuesta, empieza con mi capacidad de reconocer lo que siento.
Todo empieza en el cuerpo: conocerlo, sentirlo y honrar su capacidad de conectar con el mundo. ¿Cómo cambiar tu mundo o el de otros si no estás conectado a él, si no puedes sentirlo, tocarlo, verlo? Empecemos por sentir, para permitirnos ejercer nuestra agencia de cambio de modo que esté conectada con el mundo.
Imagen 1. Construyendo un sueño común por Mitzi González
Desde donde queremos actuar
Cuando yo pensaba en agente de cambio, lo relacionaba con aquella gran “acción” que transforma el entorno. Pero ¿quién decide cómo debe cambiar o por qué debería cambiar algo? ¿Qué derecho tenemos de elegir por otros el cambio más “adecuado”?
Hay quienes creen que por el hecho de querer hacer el “bien” automáticamente ya lo están haciendo. Sin embargo, “el camino al infierno está lleno de buenas intenciones” y no es suficiente ni ético actuar sólo desde una buena intención. Es necesario cuestionar desde dónde queremos actuar, no con la intención de paralizar el movimiento, sino de profesionalizar y de comprometerse a un proceso eficiente, atento y ético.
En la UMA tenemos una clase entera de “Pensamiento ético” la finalidad es conocer diferentes perspectivas y ser consciente de que, lo nombres o no, hay un posicionamiento ético del que partes para diseñar e implementar proyectos de impacto. Es una oportunidad para observar desde dónde actuamos, poner el ego en perspectiva, cuestionar el sistema en el que queremos actuar y entender nuestra agencia de cambio, no como una imposición, sino como una respuesta al lugar en el que te involucras.
Cultivar la esperanza con la imaginación
Hay que reconocer que la capacidad de sentir es poderosa para movilizar, y a la vez puede ser tan abrumadora que nos puede paralizar. Se trata entonces de encontrar herramientas que nos ayuden a gestionar y organizar esas emociones, pero nunca de anularlas o negarlas. Sentir nos puede movilizar, pero no necesariamente nos da dirección.
En la elaboración de mi trabajo integrador final, aprendí con la metodología UMA algo que había pasado por alto muchas veces. Sucede que cualquier proyecto empieza y se mueve gracias a la esperanza y la capacidad de imaginar pues juegan un rol importantísimo para dirigir cualquier transformación. La agencia de cambio, si bien empieza con la capacidad de sentir inconformidad, toma su forma cuando le agregamos un horizonte. La esperanza, que es la capacidad de imaginar otros mundos posibles, se vuelve una guía para convertir el dolor en posibilidad.
Sueños comunes
Entendí que la agencia de cambio no es un asunto individualista, competitivo, fragmentado y exclusivo. Es más bien una forma de nombrar el movimiento colectivo cuando está cargado de sensibilidad por transformar el dolor y la posibilidad en esperanza.
Una lección que me llevaré para siempre, es que los sueños son grandes movilizadores. La agencia de cambio que hoy defino para mí es una forma de practicar mi libertad desde la sensibilidad, la ética y la imaginación. Es sembrar el deseo de cambio desde un posicionamiento ético, dispuesto a sentir el mundo y, con ello, proponer nuevas danzas vivas, tejidas con lo que nos rodea.
Sin embargo, no soñamos solos. Hay esta idea de que los sueños solo son para unos pocos o que algunos son más valiosos que otros. No estoy segura de que el tamaño del sueño determine su valor. Creo que su verdadero valor está en la medida en que ese sueño nace auténticamente de nuestro cuerpo.
Los sueños que realmente nos mueven son otra parte de nuestro cuerpo. A la vez nuestro cuerpo está tejido en constante interacción con los otros.Esto significa que, cuando nuestros sueños realmente nos nombran, son preguntas que solo podemos escuchar si nos detenemos a hacer espacio para ellas. Como estamos tejidos con los demás, esos anhelos son también respuestas conectadas con nuestro entorno. Hay un movimiento con los otros. Ahí es donde podemos descubrir la posibilidad de conectar nuestros sueños con los de los demás y encontrar el sueño común.
El sueño común nos con-mueve.
Entonces ¿qué sucede cuando soñamos en colectivo?
Imagen 2. Poema: «El sueño común» por Mitzi González
Escrito por Mitzi González, estudiante de la Maestría en Proyectos Socioambientales por la Universidad del Medio Ambiente, ubicada en Acatitlán, Valle de Bravo, México