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El pensamiento económico clásico se basó en la idea de que lo más importante era la producción de riqueza para generar progreso y prosperidad a través del trabajo. La fuente de riqueza estaba en la acumulación de oro y plata, sin embargo, a consecuencia de las guerras mundiales hubo escasez de alimentos y esto provocó que la fuente de valor económico la tuvieran los productores de alimento, madera y minerales (Osorio, 2002).
Con la revolución industrial y la aparición de la máquina de vapor, se empezaron a demandar productos y esto dio origen al pensamiento neoclásico, el cual considera que vivimos en un mundo en el que los recursos naturales son infinitos y que pueden ser utilizados sin control para generar riqueza. El pensamiento económico neoclásico está basado en la apropiación y explotación de todos los recursos naturales, sin pensar en las generaciones futuras (Osorio, 2002).
Esa explotación de recursos sin control nos ha llevado a la escasez de recursos naturales, tanto renovables como no renovables y esta situación ha hecho que el pensamiento económico evolucione con miras a proteger dichos recursos, por lo que han surgido nuevos conceptos como son el de la economía ambiental y la economía ecológica.
La economía ambiental, conserva, en cierta forma, los mismos conceptos que el pensamiento neoclásico al afirmar que los recursos naturales deben ser aprovechados por la sociedad, sin embargo, considera que se deben realizar todos los esfuerzos para evitar riesgos ecológicos innecesarios. De esta forma se crea un capitalismo “verde”, donde lo verde vende y las empresas que aplican políticas y procedimientos ambientales que se consideran correctos, se hacen más competitivas frente a aquellas que no lo hacen. Este tipo de economía hace una valoración económica de los problemas ambientales que se van generando (Eticambientalgt, 2015).
Por su parte, la economía ecológica considera que los recursos naturales pueden ser escasos y plantea la necesidad de renovar los recursos naturales empleados, el posible reciclaje de los residuos generados y también evalúa la nocividad de estos hacia el ambiente. Este tipo de pensamiento ecológico busca soluciones adecuadas en cuanto a costes y precios de la cantidad de recursos utilizados, de los productos obtenidos y de los residuos emitidos y de esta forma obtener una correcta planificación entre los recursos naturales y las estadísticas económicas, creando así un sistema de gestión que propone que el crecimiento económico debe ser sostenible (Eticambientalgt, 2015).
El crecimiento sostenible debe empatizar el crecimiento económico, con la equidad social, con la sostenibilidad ambiental y con el uso de los recursos naturales; sin embargo, hay que considerar que vivimos en un mundo caracterizado por ambiciones económicas, desigualdades, falta de conocimiento, de educación y de ética en todos los niveles (Osorio, 2002).
Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre y con el reto de construir políticas económicas y ambientales que no se contrapongan, por lo que debe haber una integración en todos los campos del conocimiento. Ante estos hechos, urge que se inventen tecnologías suficientemente limpias que dejen intacto el suelo, que reduzcan el uso del espacio, que no agoten los recursos naturales, que tengan el menor impacto en el ambiente y que a su vez no frenen la economía. Por lo que debe de haber una nueva forma de pensar en todos los niveles para asegurar una vida digna en el futuro.
Referencias
– Eticambientalgt. (22 de agosto de 2015). Economía ambiental y economía ecológica. Eficiencia ambiental. Evaluación monetaria y costes físicos del proceso de producción. Obtenido de Etica Ambiental: https://eticambientalgt.wordpress.com/2015/08/22/economia-ambiental-y-economia-ecologica-eficiencia-ambiental-evaluacion-monetaria-y-costes-fisicos-del-proceso-de-produccion/
– Osorio, A. R. (2002). La economía de los recursos naturales:. Ecos De Economía: A Latin American Journal of Applied Economics, 45-62.
Las opiniones incluidas en este artículo son responsabilidad de quien las escribe, y no reflejan la postura, visión o posición de la Universidad del Medio Ambiente.