Día Mundial del Medio Ambiente
junio 4, 2021Fotografía de Naturaleza como un área de oportunidad
junio 14, 2021Por: Maite García Vedrenne (Maestría en Innovación Educativa para la Sostenibilidad)
“Toda la alegría en este mundo proviene de querer que los demás sean felices, y todo el sufrimiento en este mundo proviene de querer que solo uno mismo sea feliz.”
—Shantideva
¿Qué es la ansiedad ecológica?
La ansiedad ecológica es un malestar individual que surge al comprender las diferentes problemáticas socio-ambientales. Sabemos que la crisis ecológica tiene efectos en la salud mental de las personas, generando sentimientos de impotencia, desesperanza, culpa, falta de entusiasmo, enojo, estrés, sufrimiento, y desconexión.
Estudios señalan que sentirse abrumado o agotado es común para quienes se consideran ambientalistas, activistas ambientales, educadores en busca de un cambio ambiental o para quienes actualmente están estudiando al medio ambiente. (Doherty y Clayton, 2011). Los sentimientos de duelo ecológico pueden transferirse de los educadores a los estudiantes o al revés, y a menudo estos son fenómenos que se sienten en conjunto pero que no se expresan. ¿Cómo debemos responder las sociedades, líderes educativos a esto? ¿Cómo podemos resignificar la educación desde este fenómeno psico-social?
De acuerdo a Hanson (2009), la ansiedad es esencial para la supervivencia puesto que es una respuesta biológica a estímulos que son percibidos como una amenaza. Se considera que la ansiedad es adaptativa cuando el estado emocional surge a causa de una situación de peligro que le permite al individuo activar la reacción de lucha o huida. En cambio, la ansiedad se vuelve patológica cuando el estado de alerta genera malestares habituales o prolongados ante estímulos reales o potenciales; o bien, malestares ocasionados por estímulos imaginarios o irreales.
Esto último, abre puerta a un dilema: habría que trazar una línea definitiva entre lo real y lo imaginario. La mente y la conciencia no son cosas en el mundo físico, sino que son procesos a los cuales llamamos cognición. Sin embargo, estos procesos no surgen como representaciones independientes de la realidad física. Por el contrario, son el surgimiento y desarrollo del mundo en sí mismo a través del proceso de la vida. Por lo mismo, no podemos disociar a la experiencia subjetiva de la realidad.
Tomando lo anterior como punto de partida, sostengo que la eco-ansiedad no debería considerarse como un desorden de salud mental, sino que debería de verse como una señal de que las personas se preocupan por el estado del planeta. Es un indicador de una necesidad profunda de conectar con el mundo vivo, que se manifiesta en forma en ansiedad porque sabemos que representa una amenaza para la supervivencia de la humanidad, y otras formas de vida. Pero entonces, ¿hasta que punto deberíamos normalizar los efectos psicológicos y emocionales que produce esta consciencia sobre el deterioro del medio ambiente?
Una consideración educativa
No podemos pensar que la sostenibilidad implica, nada más, cambios técnicos del mundo físico y tangible, sino que además se requiere una transformación de pensamiento y de procedimientos en donde los actores puedan sentir una profunda conexión y pertenencia al mundo vivo, por lo tanto, no podemos dejar los factores socio-emocionales a un lado como consideración educativa.
Las preguntas sobre el origen y el significado de la vida se encuentran en la base de la experiencia espiritual. La fuente de la espiritualidad y la filosofía es la ansiedad generada cuando nos enfrentarnos a la incertidumbre. Para la humanidad, el mundo es misterioso, y nos aterra no poder conocer la totalidad de nuestro propósito en el planeta. La espiritualidad, la filosofía y las religiones son manifestaciones de la capacidad cognitiva, que es únicamente humana. Son explicaciones que tratan de hacer al universo más habitable para la especie humana, otorgando sentidos para combatir la duda metafísica de nuestro lugar en el mundo; de que no estamos aquí solos, ni por nosotros mismos. Queremos sentirnos anclados a la vida.
Hoy pertenecemos a muchos sistemas, pero hay dos que son comunes a todas las personas: todos somos miembros de la humanidad y todos pertenecemos a la biosfera. Desde mi punto de vista, la colaboración es la idea prioritaria que debería de regir a nuestros proyectos.
Los efectos derivados de la ansiedad ecológica representan amenazas y oportunidades en la educación. Creo que este puede ser un punto de partida para resignificar los espacios de aprendizaje. Mi propuesta es una educación basada en la comprensión de los principios fundamentales de la vida, y el diseño de nuestras comunidades holísticas como lo que deviene de la colaboración. El principal enfoque deberá ser la vida en todas sus manifestaciones, reconociendo que la vida, desde sus inicios, no se da únicamente mediante relaciones de competencia, sino mediante la creación de redes de cooperación.
Por lo tanto, como reto de mediación, llevo conmigo la posibilidad de sostener y balancear dos visiones simultáneas:
En primer lugar, la visión desesperanzadora de lo que no quiero que suceda nunca, junto con la del sueño y la utopía. En los espacios que facilito, quiero que imaginemos juntos y juntas los peores escenarios posibles, para evitar que sucedan, estimulando una actitud de creatividad y desafío entre las y los estudiantes. Es importante dar apertura al dilema y desarrollar habilidades para enfrentar situaciones nuevas, más complejas y desconocidas. Creo que la indignación, o la visión de lo que no queremos que acontezca es un pilar para la innovación que nos ayuda a anticiparnos, y prepararnos para evitar lo peor.
Sin embargo, no hay que abusar del pesimismo porque puede generar catastrofismo u otras formas paralizantes de ansiedad. Por lo tanto, hay que ayudarse de la utopía para narrarnos de maneras más esperanzadoras, aprendiendo a mantener el sentido de la vida.
Referencias
Doherty, T. J., y Clayton, S. (2011). The Psychological Impacts of Global Climate Change. American Psychologist, 66(4), 265-276. doi: 10.1037/a0023141
Hanson, Rick (2009) Buddha’s Brain, New Harbinger Publications, Inc: Oakland, CA