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Dos fechas importantes al año que nos recuerdan este tema son: el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Apicultora, y todo el mes de mayo, mes de la abeja.
¿Y tú, conoces mujeres apicultoras? aquí, te presentamos las historias de dos mujeres que trabajan con las abejas en México.
Denisse García Moreno, guardiana de abejas y cafetalera
Considera que el trabajo que hace con las abejas más que personal, se ha construido de manera colectiva. Es parte de la asociación civil Vinculación y Desarrollo Agroecológico que tiene presencia en Ixhuatlán del Café, Casautlán de Carvajal y Amatlán de los Reyes, en el Estado de Veracruz.
Guardiana de abejas
Se considera guardiana de abejas desde que trabajaba con sus compañeras en los cafetales, en donde tocaban diferentes temas, entre ellos la soberanía alimentaria. En los cafetales no habían puesto la atención en las abejas.
Cuando mueven la mirada hacia ellas y se dan cuenta que no estaban sólo ellas en el territorio, sino que había más personas, hombres y mujeres que hacían trabajo; más que centrarse en que son personas, humanos, hicieron visible que en el espacio en el que habitaban y estaban trabajando el café también había abejas.
Habían pasado desapercibidas por sus ojos porque generalmente cuando escuchaban hablar de abejas pensaban primero en las abejas que pican, que son negras con amarillo, que hacen miel.
Entonces, empezaron a observar y vieron que había otras abejas; que era importante incorporarlas a su quehacer como organización civil. Fue así como empezaron con el trabajo de cuidado.
Puesto que ya habían sembrado árboles, ya que sus cafetales eran bajo sombra, tuvieron que pensar que no sólo había árboles que se usan para leña, o que dan comida, sino que hay otros árboles y plantas que son melíferas, las que son muy importantes para las abejas.
Descubrieron que un árbol llamado jonote es de las principales plantas que se alimentan las abejas, sobre todo en la época en la que no hay mucha floración y fue así como empezaron a cuidar más ese árbol, que se convierte en la casa de las abejas.
También han trabajado en la sensibilización de que las abejas nativas más allá de dar miel, tienen otros productos, como los propóleos. Como asociación civil, como mujeres, y por decisión personal quitaron los ojos de las abejas.
No todo es miel, cera o propóleos sino que hay todo un medio ambiente que tiene que cuidar las interacciones existentes, las relaciones que se tienen, porque dependemos unos de los otros.
Para Denisse, las abejas ya estaban aquí, ellas llegaron a su territorio, es por eso que son guardianas de su equilibrio. Por ejemplo, como organización no utilizan pesticidas o productos para el control de plagas, que son altamente tóxicos.
Empezaron a promover al exterior si se usa esos productos acabas con las abejas, y si se acaba con las abejas, se acaba la vida. Las abejas sostienen la vida, los cafetales, el territorio, el paisaje.
Para ella es una obligación cuidarlas, tener presente que son sanadoras. Han ido aprendiendo que las abejas nativas son abejas medicina, hacen un uso moderado de todos los productos generados.
El trabajar en colectivo, en familia con las abejas, sensibilizar a las personas les ha cambiado su mirada, la manera de vivir en el territorio.
Si quieres conocer más sobre la gran labor que hace Denisse y la importancia de las mujeres apicultoras, no te pierdas el próximo taller que impartirá en el mes de Octubre.
Ofelia Pastrana Moreno
Colabora en la organización Tochan Nuestra Casa A.C., en la Sierra Nororiental del Estado de Puebla. Junto con la Red de Mujeres Zihuame Talochicahuame construyeron una propuesta para la defensa de su cuerpo- territorio.
Realizaron un diagnóstico participativo con enfoque de género, de sustentabilidad, y el resultado de ello fue la agenda ambiental, social, cultural y económica de mujeres que actualmente impulsan.
De este diagnóstico, una de las estrategias que han impulsado es la recuperación de los traspatios integrales. La idea de recuperar este espacio es la recuperación de la salud y la nutrición al darse cuenta del aumento del consumo de los productos chatarra en las comunidades indígenas.
Con ello buscan contribuir a la defensa de sus cuerpos- territorio. El traspatio está integrado por un huerto u hortaliza, el corral de las gallinas ponedoras, el cerdo, y la recuperación de la abeja melipona.
La abeja melipona
La abeja melipona había sido una práctica ancestral de la región y se había olvidado. Con la recuperación que están haciendo de este tipo de abejas, se ayuda a la salud.
En la organización creen que la abeja melipona es una colaboradora de ellas que tienen que cuidar y proteger.
Y así como obtienen miel, polen, cera y propóleos para sus productos (cremas, pomadas, jabones o tinturas de propóleos que elaboran en una cooperativa llamada Tonecpa), también tienen que contribuir sembrando plantas, flores y árboles para que las abejas se alimenten y no tengan que viajar tanto.
Tienen una forma de relacionarse con la abeja: saben cuáles son sus amenazas y cuáles sus necesidades.
Todas las integrantes de la Red de Mujeres Zihuame Talochicahuame tienen su mancuerna de abejas, así van colaborando con las abejas.
Se apoyan entre ellas para la cosecha; los productos que toman de la abeja lo hacen con respeto, le piden permiso, le agradecen cuando terminan de cosechar.
Consideran a la abeja sagrada porque ella trabaja, las cura, las sana y reciben sus productos, por eso lo mínimo que pueden hacer por ellas es agradecerles, cuidarlas, protegerlas, darles un espacio donde pueden estar seguras, alimentadas e hidratadas.
Sabemos que hay más mujeres apicultoras en México, queremos seguir conociéndolas.